martes, 6 de marzo de 2007

29 ene 07

----- Original Message -----
From: Lázaro Saavedra
To: saavedra@cubarte.cult.cu
Sent: Monday, January 29, 2007 3:37 AM
Subject: Fotos de la inauguracion de hoy domingo 28 de Enero 2007 a las 5:00 pm


Pepito 5to B, CS de Filosofía


05 feb 07

 
----- Original Message -----
Sent: Monday, February 05, 2007 7:05 PM
Subject: Carta de la directora de la escuela de pepito

----- Original Message -----

From: Yanikeiliuvis Rodriguez eacv@educ.cu

To: saavedra@cubarte.cult.cu

Sent: Monday, February 05, 2007 11:58 PM

Subject: Por favor, hacer pública nuestra repuesta al incidente de Pepito

 

La Habana, 5 de Febrero del 2007.

Año 49 de la Revolución.

 

En días recientes han circulado por la intranet (por suerte, nuestro centro no tiene esa mierda de internet) varias pruebas de control, trabajos prácticos, etc. extraídas sin autorización alguna de nuestra institución  escolar por el alumno Pepito. Según los indicadores publicados en Internet por la famosa revista "Schools" nuestra escuela aparece entre las primeras por sus rendimientos escolares. Queremos dejar bien claro que de ninguna manera las divulgaciones de Pepito han formado parte de la política rectora de nuestro centro y en este momento estamos tomando medidas muy severas para evitar que en un futuro se repitan indisciplinas tan desagradables como estas. Ningún educando debe tomarse tales atribuciones y muchos menos en momentos como los que estamos viviendo donde todos los educadores muy revolucionarios, como yo por ejemplo, debemos estar hombro con hombro, con nuestros lápices y libretas listos para enfrentar al enemigo desde nuestras gloriosas barricadas de pupitres… bueno, les decía que estamos tomando medidas. Es muy posible que no haya sido idea de Pepito, su inocente mente parece haber sido manipulada por alguna oveja descarriada perteneciente a otro centro escolar. Según palabras de la mamá de Pepito "a ella no le gustaba esa juntamenta que él tenía últimamente con esos mataperros… ". El otro día el niño ya le había hecho una extraña pregunta con evidente matices racistas: "…mami, ¿Por qué el petróleo es negro y siempre nos llega por tubería roja?" Nadie tiene que enterarse de lo que  sucede en nuestra escuela. Desde la última bronca por el Panda no habíamos tenido un incidente tan desagradable en nuestro centro.

 

Yanikeiliuvis Rodriguez Martinez. Directora de la Escuela Amistad Cuba Venezuela.

 

12 feb 07

 
----- Original Message -----
Sent: Monday, February 12, 2007 8:46 AM
Subject: FW: Pregunta al Oraculo de cultura de Granma

Compañero Oráculo de Cultura de Granma

 

Le voy a hacer una pregunta: si la respuesta a mi pregunta es positiva identifiquen mi correo como basura. Si la respuesta es negativa no respondan nada.

 

La pregunta es la siguiente ¿Existen nuevos Pavones?

 

 

-----Original Message-----
From: Postmaster@granma.cip.cu [mailto:Postmaster@granma.cip.cu]
Sent: Monday, February 12, 2007 2:32 AM
To: saavedra@cubarte.cult.cu
Subject: RE: Pregunta al Oraculo de cultura de Granma

 

MDaemon ha identificado su mensaje como correo basura.  No se entregara.

 

De      : saavedra@cubarte.cult.cu

Para        : cultura@granma.cip.cu

Asunto   : [***SPAM*** Score/Req: 04.10/04.00] Pregunta al Oraculo de cultura de Granma

Identificador de mensajes: <000001c74e77$01844970$048cdc50$@cult.cu>

 

 

 : El mensaje contiene [1] archivos adjuntos

 

 

12 feb 07

 
----- Original Message -----
Sent: Monday, February 12, 2007 8:25 AM
Subject: [***SPAM*** Score/Req: 04.10/04.00] Pregunta al Oraculo de cultura de Granma

Compañero Oráculo de Cultura de Granma

 

Le voy a hacer una pregunta: si la respuesta a mi pregunta es positiva identifiquen mi correo como basura. Si la respuesta es negativa no respondan nada.

 

La pregunta es la siguiente ¿Existen nuevos Pavones?

 

 

11 ene 07

> ----- Original Message -----
> From: "Jorge Luis Arzola" <arzolacub@gmx.de>
> Sent: Thursday, January 11, 2007 2:41 AM
> Subject: Pavor en Cuba
>
>
> Am Donnerstag,11. Januar 2007 22:10 schrieb Jorge Luis Arzola:
>
> Queridos Reynaldo, Antón, Senel y Rebeca, Jorge Ángel, Arturo, Angelito
> Santiesteban, Eduardo, Waldo, Amir, queridos todos:
>
> Acabo de leer una buena compilación de correos intercambiados por ustedes
> en Cuba. Uhmm, se me pone la carne de gallina con todo esto.
>
> Les sorprenderá un poco este correo, porque a la mayoría de ustedes no los
> veo
> desde hace muchos años y a los otros casi ni les escribo..., pero la
> verdad
> es que se me ha calentado la sangre. Ahora bien: Como yo no soy un
> revolucionario, y como nunca lo fuí, y como además por edad no padecí el
> Pavorato, y encima como desde hace ya cinco años vivo en el exilio más
> puro y
> duro, parece que no tengo mucho que aportar a este debate; pero, aparte
> de
> reiterarles mi cariño y apoyo incondicional (si es que lo aceptan de este
> guajiro refunfuñón echado por el Destino(como Barry Lyndon) en la extraña
> Germania), a pesar de todo me gustaría sumar unas pocas palabras a lo ya
> dicho.
>
> Está claro que los Pavones y los Sergueras, como los zombies, son bestias
> fáciles de resucitar porque nunca fueron enterradas, y porque, esta vez
> como
> los vampiros, pertenecen a un vampiro mayor o al mismísimo Señor de las
> Tinieblas, que es en definitiva quien manda o quien hace que corra la
> sangre
> de los inocentes. Pero ya esto lo ha dicho alguien más, y encima todos los
> sabemos muy bien.
>
>
>
> Como muchos de ustedes no olvidarán quizá, fueron innumerables las
> ocasiones
> en que las fauces de la Seguridad del Estado y sus compinches del
> Partido(o
> viceversa) se abrieron para tragarme, tal vez aprovechando la
> circunstancia
> de que todos ustedes, en la Habana, estaban demasiado lejos como para
> escuchar mis pataleos, allá en aquella pocilga de Ciego de Avila. Me
> dieron
> de patadas en los calabozos, me amenazaron y vejaron, y muchos en el
> "ámbito
> cultural" me menospreciaron y ningunearon durante años. Nadie, nunca, me
> quiso dar trabajo en Ciego de Avila, ni siquiera de almacenero en una Casa
> de
> cultura.
>
> ¿Y cuándo ocurrió todo esto? Por supuesto que no fue durante el famoso
> Pavonato, durante el cual yo no tenía más de cuatro años, sino en un
> período
> de tiempo que va desde mediados de los años 80s, todos los años 90s y casi
> hasta el mismísimo 2002, cuando casi por puro milagro de Abel y creo que
> de
> Barnet me dejaron salir del país hacia Berlín, después de haberme acosado
> hasta el último minuto a nivel de los recientemente reverdecidos CDRs,
> como
> parte de la Batalla de Ideas y con el consentimiento de Cultura, del
> Partido
> y de todos. A propósito, les cuento: mis sabuesos avileños estaban
> envalentonados, porque, según me contó alguno de ellos, los dientes
> afilados
> y la lengua babeante de rabia, después de que Abel interviniera en mi
> defensa la último vez, Sacha(quien también tantas veces tuvo que correr a
> causa de mi pellejo, gracias viejo) y otros funcionarios declararan a
> quien
> quisiera oírlos, que "la próxima " nadie me iba a defender. Servido en
> bandeja de plata!
>
> Aparte de eso, yo estaba servido en bandeja de Plata por la Asociación
> Hermanos Saíz y por Alpidio Alonso, sencillamente porque en una de las
> reuniones preparatorias del Congreso de ésta(al cual me habían elegido
> delegado directo o algo así, ya no recuerdo bien, y al cual en definitiva
> nunca asistí), y ante el servilismo generalizado, me había atrevido a
> decir
> que no debíamos hacer un Congreso para complacer a Aquél(Fidel Castro) que
> había decretado por años la suspensión de tal evento, desde los tiempos de
> la
> AHS de Eloisa Carreras, cuando los artistas jóvenes todavía se atrevían a
> decir unas cuantas cosas a ese mismo poder que ahora los amenaza a
> ustedes, y
> que ya a mi no me puede tocar, gracias a la mediación de Dios y del Océano
> Atlántico.
>
> Ya sé, ya sé, no crean que olvido que gracias a muchos de ustedes y a unos
> cuantos más y al hecho de que nunca cometí otro delito que llamar las
> cosas
> por su nombre y tener la lengua larga, no pasé nunca más de dos semanas en
> los calabozos. Gracias a eso y a que la máxima autoridad de la cultura no
> era
> entonces PaVoR, sino Abel Prieto. Pero es que en cierto sentido yo era un
> privilegiado, porque era un escritor joven(ya no tanto, que horror!)
> conocido
> y porque encima tenía el apoyo de algunos de ustedes, con influencias
> allaaaaá, en La Habana. Pero ¿y qué pasó con los que no tenían tales
> privilegios? Pues se pudrieron en la cárcel, y después al exilio, siempre
> al
> exilio. Y hablo de escritores: los otros, sean inocentes o no, que se
> jodan,
> aunque se trate de "no revolucionarios no contrarrevolucionarios", esa
> categoría tan rara o zombi ideológico que parece existir en Cuba.
>
> Lo que quiero decir es que el Monstruo siempre estuvo y está ahí, listo
> para
> dar el zarpazo, porque no existen contrapesos que estabilicen la política
> del
> país; no existe la Razón, sino la caprichosa y a veces antagónica voluntad
> de
> unos pocos y la sumisión del rebaño.
>
> Queridos míos, yo estaré rezando por ustedes en los tres idiomas en que
> pudiera hacerlo, por si Dios entiende alguno de ellos. Temo por todos
> ustedes. Creo que necesitan de mucha suerte y de la ayuda de Dios.
>
> Un fuerte abrazo, desde Colonia, Alemania
>
> Jorge Luis Arzola

24 ene 07

La conferencia El Quinquenio Gris: Revisitando el término, que impartirá el ensayista Ambrosio Fornet el próximo martes 30 de enero en la Casa de las Américas, en La Habana, como parte del Ciclo "La política cultural del período revolucionario: Memoria y reflexión", tendrá restringida la entrada de público.

Según dio a conocer una nota del Centro Teórico-Cultural Criterios, se reserva la entrada, "a través de invitaciones, para los miembros de la UNEAC, la AHS, la UNHIC y la UPEC; los profesores y estudiantes del ISA, las Escuelas de Arte y las Facultades de Artes y Letras y Comunicación Social de la UH; los investigadores del Consejo de Ciencias Sociales del CITMA y del Centro Martin Luther King, así como los especialistas y cuadros del ICRT y de las instituciones del Ministerio de Cultura".

La decisión de limitar la participación a la conferencia tiene lugar a partir del debate entre intelectuales cubanos por la exaltación en medios de la Isla de ex comisarios políticos del llamado "quinquenio gris", en la década del setenta, y luego de que la UNEAC declarara en un comunicado que la "política cultural de la Revolución es irreversible", para intentar cerrar dicho debate.

Entre los próximos conferenciantes del ciclo figuran el arquitecto Mario Coyula, el filósofo Fernando Martínez Heredia, el narrador Eduardo Heras León, la teatróloga Raquel Carrió y el narrador y ensayista Arturo Arango.

05 feb 07

Entrevista a Jorge Serguera (fragmento)

Arturo:

Me he mantenido al tanto del debate sobre el tema
Pavón/Papito/Torquesada/Congreso Nacional de Educación y Cultura ´71, asunto
del cual que imagino estés saturado.

Me comunico contigo por tres motivos: el primero es para felicitarte a tí y
al resto de los colegas que han hecho público dicho debate. El segundo es
para recordarte que tuve la suerte de entrevistar a Papito Serguera en 2001
para mi libro John Lennon en La Habana with a little help from my friend y
abordar asuntos relacionados con la prohibición de los Beatles en los medios
masivos cubanos durante los años 60 y 70, mientras el ICRT estaba bajo su
dirección.

Es un placer para mí, en medio de todos estos momentos de reflexión, poner
esa entrevista a tu disposición y de todos los que no la conocen.

Y el tercer motivo es para hacer valer que "La diferencia", un par de
semanas después de Papito, también tuvo sentado en pantalla, durante varios
interminables minutos, a nuestro querido César Portillo de la Luz, quien
aprovechó la ocasión para volver a vincular, con desagrado, muy fuera de
contexto, y como el más furibundo y fanático detractor del rock en Cuba, a
la Revolución con los hippies.

Deben recordarse sus puntos de vista en aquel programa "Diálogo abierto", de
enero de 2001, a pocas semanas de la develación de la escultura de John
Lennon, que también publiqué en mi libro y que asimismo pongo a tu
disposición.

Un abrazo,

Ernesto Juan

__________________________________________________________________________


PAPITO SERGUERA: ''Los Beatles no estuvieron prohibidos en Cuba''

por Ernesto Juan Castellanos

(tomado del libro John Lennon en La Habana with a little help from my
friends.

Ediciones Unión, 2005)

-Cuando me propuse entrevistarlo, mucha gente me dijo que usted nunca iba a
aceptar porque era quien había prohibido a los Beatles.


-Mira, no fui yo quien prohibió a los Beatles, y te voy a hablar de eso más
adelante.

La entonación de su respuesta me convenció de que había accedido a la
entrevista preparado para discutir sobre el tema. Eso me hizo sentir más
relajado y evaporó, por el momento, los temores que tenía en cuanto a la
tensión que podía tomar la conversación cuando llegara el momento. No se
molestó, pero tampoco me respondió de inmediato.

-Cuando yo comencé en el ICR, allí había mucho desorden, porque todo el
mundo se sentía dueño de aquello. Y al yo tomar medidas para erradicar eso,
se perjudicaron, como tú comprenderás, cientos de intereses. Y tantos
intereses perjudicados no iban a quedarse callados.

Esa contradicción, de la única manera que te la puedo explicar en una etapa
en la que tuve que acabar con los intereses predominantes y establecer
nuevas reglas de funcionamiento y organización, dio lugar a la desaparición
de los mediocres. Algunos se fueron para los Estados Unidos, otros para sus
casas y otros para otros ministerios.

-¿Y qué pasó con Silvio Rodríguez?

-Me atribuyen un incidente con Silvio, y es verdad que lo hubo. En primer
lugar, Silvio tenía un programa en la televisión que se lo di yo: Mientras
tanto. Él comenzaba y tenía calidad. Alberto Vera me había dicho que era
bueno, como mismo lo eran miles de muchachos. No vayas tú a pensar que él
era el único. Entonces lo consideré, y Moya, quien era el director de ese
espacio, vino a hablar conmigo. ''Bueno, está bien, vamos a hacer un
programa así que se llame Mientras tanto''. También había hecho algo similar
para Tata Güines, Felo Bergaza y Omara Portuondo. Lo pusimos en el Canal 2
para levantar la televidencia de ese canal. Y pegó.


''En una ocasión, Silvio hizo una apología de los Beatles en el programa, no
sé si fue porque Moya lo escribió en el guión. Y vino alguien y me lo dijo.
¡Si él estaba allí para tocar su guitarra y cantar sus canciones, ¿por qué
tenía que buscarme líos con los Beatles?! ¡Qué deje a los Beatles en paz!
Dijo algo así como que él se inspiraba en ellos. Está bien, pero allí había
una polémica muy seria, chico.


Déjame decirte lo siguiente. Yo oigo a los Beatles y los he oído toda la
vida. Ahora bien, había dirigentes nacionales que estaban en contra, no de
ellos, sino de la llamada ''música moderna'', que había cambiado los timbres
y sonoridades de cuando éramos adolescentes.

Y había otros que estaban en contra de la música cantada en inglés, porque
según ellos deformaba la ideología.

¿Tú me entiendes, verdad? Era gente con mucha autoridad. Era una presión
increíble, porque era una presión poderosa.


No obstante, yo creé Radio Cordón de La Habana, una emisora que ponía música
moderna el día entero. Luego surgió Nocturno, una idea de Ñico Hernández,
recientemente fallecido.

El programa más escuchado de música moderna en esa época era el que tenía
Chucho Herrera, Sorpresa musical, y nunca nadie lo molestó. Ni a su programa
ni a Nocturno.

Lo que más se conoce es lo que me pasó con Silvio, que dicen que además me
dedicó una canción. No sé si le puso Nube gris, Nube negra, Ojalá. una cosa
de esas. Si me dedicó una canción, ¿qué le voy a hacer? Pasaré a la historia
como el elemento en el que se inspiró Silvio Rodríguez para hacer una
canción. Yo lamento mucho que Goethe no se haya inspirado en mí, porque yo
no había nacido todavía. O Dostoievsky.

-¿Pero tanto lío por haber dado una simple opinión sobre los Beatles?

-Sí, chico. Si tú estás para cantar, no me des esos criterios. En un tema
tan candente como era en esos momentos el de la música moderna, que tú te me
bajes con una apología de los Beatles, y a través de un medio masivo, ¡y en
vivo.! Si hubiera sido un programa grabado y hubiera tenido tiempo para
corregirlo, le hubiera dicho: ''Se te fue la mano aquí''. Pero para
entonces, desafortunadamente, ya existía una enemistad personal entre Silvio
y yo.

Alfredo Guevara, por su parte, que estaba en el ICAIC, hizo un grupo
experimental de música y se llevó para allá a Leo Brouwer, a Silvio y a dos
o tres más. Y parecía el protector frente a la agresividad y violencia
cultural de Papito Serguera. No, chico, ni yo soy un violento cultural ni
nunca he violentado culturalmente a nadie. Pero además, el primer hecho
cultural en importancia de Cuba en el siglo XX es la Revolución Cubana, y su
autor es Fidel Castro. Y yo soy parte activa de esa Revolución y comandante
del Ejército Rebelde. Así que si vamos a hablar de cultura vamos a empezar
por la Revolución. ¡Y yo estaba ahí desde el inicio, no es que me haya
integrado después!

Si el problema es la reacción cultural mía, eso estaba determinado por las
normas políticas impuestas por el sistema educativo, deficiente o no, que
había recibido en la provincia en que, afortunadamente o desafortunadamente,
me tocó nacer, que es la del mambisado de Cuba.

El sentido del humor de Papito Serguera desapareció. Su tono y volumen de
voz subieron a picos preocupantes. Me incliné ligeramente hacia atrás en mi
sillón y realicé un discreto paneo visual en búsqueda de alguna salida de
emergencia. Pero su próxima oración fue más suave, por fortuna, porque noté
que los muros que rodean el patio de su casa estaban bastante altos.

-Que no me vengan con música moderna, ni antigua, ni
contemporánea -continuó-, porque yo era un pequeño burguesito que bailaba
con Frank Sinatra, Tony Bennet, Artie Shaw, Tommy Dorsey y Duke Ellington.,
que era lo que se bailaba en mi época. Lo mismo bailaba un danzón que un
son, un mambo, un rock and roll, o una conga en los carnavales. Yo no tengo
predilección por ningún timbre musical, pero respeto los gustos de las
personas. Así que no soy capaz de imponerte una música.


Creo que fue una visión equivocada del problema por parte de algunos
compañeros. Pero bien, uno también tiene que tener en cuenta eso, porque en
la política tú no andas solo.

Quiero decirte que en el problema mío de la dirección del ICRT jamás
interfirieron Fidel o Raúl. Ellos siempre respetaron mis puntos de vista,
aunque a veces me plantearan algunas preocupaciones. Entonces estaba de moda
aquella famosa cosa del diversionismo ideológico.


Ahora, si plantean el problema desde posiciones de responsabilidad, también
hay que oír mis argumentos. Pero eso nunca ha ocurrido, y aparezco yo como
culpable sin haber sido nunca juzgado.


-¿Y cuando aquello a usted le gustaban el rock and roll y la música en
inglés?

-¡Pero claro! Mira, yo vivía en Nueva York antes del triunfo de la
Revolución y oía mucho rock and roll. Ahora, te estoy diciendo que el
problema no se estaba planteando en el terreno de la música, sino de la
política. Y yo no tenía nada que ver con eso, pero tenía que responder
disciplinadamente a los problemas políticos, porque uno no es revolucionario
impunemente.

Ahora bien, ¿quieren discutir eso conmigo? ¡Pues vamos a discutirlo por la
radio, la televisión o con la pluma en la mano si es necesario! ¡Que no me
vengan con historias! Es muy fácil polemizar con alguna gente. Conmigo la
cosa es diferente, porque ideas como estas las defendí en los tribunales,
metido en veinte rollos cuando era abogado en la época de Batista, rodeado
por fusiles y armas largas, y no les tuve miedo ni a él ni a sus secuaces,
para que sepas cómo era el juego.


¡Así que cómo tú te vas a aparecer aquí con eso de los Beatles! Yo que había
hecho gárgaras con puntillas, eso para mí es hacer gárgaras con chocolate.
¿Qué es lo que pretenden: disminuirme, humillarme o desacreditarme? ¡Si
persigues alguna de las tres y quieres sancionarme históricamente, vamos
para la prensa pública y vamos a la polémica!
Abre las páginas y vamos para la calle. Y no me estoy refiriendo a la máxima
dirección de la política en Cuba, sino a aquellos que propagaron esos
rumores.


Durante nuestra conversación había notado que Serguera usaba indistintamente
la segunda persona del singular y la del plural, así que no pude deslindar
si esta vez se estaba refiriendo directamente a mí. Pero como no me
consideraba de los que propagaban aquellos rumores, porque cuando él era
director del ICRT yo era un niño feliz que disfrutaba más a los Yoyo que a
los Beatles, le pregunté:

-¿Y usted escuchaba a los Beatles mientras estaban prohibidos?

-¡Los escuchaba y los sigo escuchando! Y quien te diga que no lo hacía te
está diciendo mentiras.

Mira, yo no quería usar calificativos para no ofender, pero lo que pasó con
los Beatles y la música en inglés fue que el ICRT era un medio que estaba
monopolizado por gente de la pseudocultura.

-¿Y hasta cuándo estuvo dirigiendo ese medio pseudocultural?

-Hasta el año 73, y nunca más volví. Cuando he ido a ver a algún amigo mío
lo he visto afuera, en la acera. Además, no me interesa. Supe que los
estudios de P y 23 desaparecieron, los de Mazón y San Miguel también. Me
enteré de que habían convertido esos estudios en oficinas. ¡Es increíble! Un
estudio de televisión vale ciento y pico mil dólares y lleva una dificultad
tecnológica que tú no te puedes imaginar. Sin embargo, muy fácilmente
levantaron una pared, pusieron un buró, sacaron esto y aquello, y le
metieron un falso techo.


-¿Por qué se fue del ICRT?

-No, en política yo no me voy de ningún lugar; me van.

-Bueno, ¿por qué lo fueron?

-Me imagino que la presión de todos los intereses que dañé tiene que haber
sido muy grande, porque esas cosas no ocurren impunemente.
Pero no fue porque hubiera un error en específico.

-¿Y qué justificación le dieron para quitarlo de su puesto?

-Ninguna, pero tampoco la pedí. Solamente me dijeron que me iban a
sustituir. Yo no tengo que discutir eso. Fue una decisión política y yo soy
un hombre disciplinado. Nunca pedí una explicación porque a mí no hay que
explicarme nada. Te estoy diciendo que si entré en este juego fue porque me
lo propuse y acepto una disciplina: no puedo convertirme en un contestatario
de algo que yo acepté.


Ahora bien, no hay duda de que dirigir un medio masivo es conflictivo, no
solamente en Cuba. En cualquier lugar que tú dirijas una emisora de radio y
televisión te vas a buscar problemas. Es más fácil transar.


-Sin embargo, tengo entendido que en 1966, cuando usted comenzó a dirigir el
ICRT, ya se estaba produciendo un cambio en la política cultural y se estaba
comenzando a divulgar algo de música en inglés.


-No, eso no es verdad. Al contrario, cuando yo llegué fue todo lo contrario.
Mira, siempre se puso música en inglés, pero no había una prohibición por
escrito. Lo que había era.

Mira, chico, ¿quieres que te explique el origen del mal? El origen del mal
está en que los problemas culturales, cuando se ven impactados por la
política, conducen a errores. Ahora bien, los problemas políticos son
fundamentales antes de los culturales. ¿Y qué ocurre? La defensa de la
Revolución lleva a decisiones que son acertadas o desacertadas. Toda
decisión en la política es coyuntural. Si no, hubiera una receta para la
política como la hay para hacer un huevo frito.


¿Qué ocurrió entonces? Se estableció la práctica -porque no fue una
directiva o una resolución gubernamental- de que si un cantante se iba del
país lo prohibían en la radio. Por eso, antes que los Beatles,los primeros
prohibidos aquí fueron grandes cantantes cubanos como Orlando Vallejo, Celia
Cruz y Olga Guillot. Pero no solamente pasó con cantantes, sino también con
arreglistas formidables, que cuando se iban del país inmediatamente
prohibían todas las canciones con arreglos suyos.


La eliminación de todos esos artistas creó un vacío, porque eran gente de
calidad. Y hubo que sustituirlos con otros de muy poca calidad o por muy
poca gente de calidad. Eso provocaba una repetición, una reiteración, de
músicos como Barbarito Diez y Elena Burke. y la gente se quejaba.


Está bien, en un momento determinado, eso desempeñó un papel. ¡que se pudo
haber suprimido después! Pero esa política perduró y, sin embargo, aún no se
sabe quién es el culpable.


-¿Cómo era la política que definía qué se podía o no poner en la radio y la
televisión?

-No existía tal política en la COR (Comisión de Orientación Revolucionaria),
hoy DOR (Departamento de Orientación Revolucionaria).
Esa tuve que elaborarla yo con la gente que me ayudó en la estructura del
ICRT.

-¿Y cuándo comenzó a desmembrarse esa situación?

-No lo sé. El problema es que aquello se convirtió en ley, en directiva, a
lo mejor de la COR, a lo mejor del Partido Comunista de Cuba.

Y hubo sanciones a los jóvenes, y hasta gente separada de la UJC y del PCC.
Y ello también valía para el pelo largo. Ahora, ¿por qué me van a echar a mí
la culpa del pelo largo, si no tengo nada que ver con eso, porque yo era de
los barbudos y peludos de la Sierra Maestra? ¿Por qué la van a coger
conmigo? ¿Por qué van a hacer recaer toda esa responsabilidad en Papito
Serguera?

-¡Pero en el ICR tampoco dejaban que la gente tuviera el pelo largo!


-Coño, pero si te lo estoy diciendo. A mí me llamaban: ''¡Oye, no puede
ser!'' ¿Y qué tú quieres que yo haga? Dime, ¿qué hubieras hecho tú? ¡Es
increíble! Yo entré a La Habana el 8 de enero de 1959 con un pelo largo que
me daba por aquí. Y lo mantuvimos así hasta que nos pelamos. El pelo largo y
la barba los inventamos nosotros mismos, los rebeldes. Y de pronto aquello
fue una prohibición. ¿Qué tiene que ver el pelo con la gente o con sus
ideas? ¿No te das cuenta de que la contradicción era demasiado grande? Mira,
yo tampoco perseguí homosexuales ni los mandé para las UMAP. ¿Por qué la van
a coger conmigo?


El mundo del arte y la cultura es muy complejo. Yo no creo que tenga
carácter para lidiar con eso. Nunca me imaginé lo que era el ICRT, porque si
lo hubiera sabido, jamás hubiera aceptado su dirección.


Pero te digo una cosa. Ni los Beatles, ni ningún grupo musical extranjero,
estuvieron prohibidos en Cuba en mi tiempo. ¿Qué ocurrió? Los Beatles eran,
de una manera o de otra, representantes de una música cuyas tonalidades
habían cambiado en relación con las anteriores.

Entonces, objetivamente, como ocurrió esto de Silvio, se me quiso ver a mí
como un enemigo de la llamada ''música moderna''.

Ahora bien, los rumores no hay quien los detenga. Había instituciones para
discutir eso. ¿Por qué no se va a esas instituciones de origen a pedirles
una explicación? ¿Por qué van a decir que todo eso dependió de Serguera
porque era el director del ICR? ¿Qué tengo yo que ver con eso? Vamos a
hablar de manera institucional y a oírle a cada cual sus razones.

A lo mejor vas a descubrir que yo era de los que estaba en contra de que se
tomaran esas medidas. La música moderna se consideraba diversionismo
ideológico. Y yo no inventé esa frase.

Yo consideraba que eso era un error, un absurdo, un disparate, que la música
no tiene barreras.

-Y si no estaba a favor de todo aquel absurdo, ¿por qué no trató de hacer
entrar en razón a quienes pensaban que la música en inglés y el pelo largo
eran síntomas de debilidad ideológica?

-Sí, lo hice, y aún conservo algunas cartas que escribí a altos dirigentes
de este país donde yo doy mi opinión sobre el tema.

-¿Y le respondieron?

-No. Esas cosas no se responden.


13 de abril de 2001

11 ene 07

Reflexiones para espantar el miedo

 

Por Amir Valle

 

Pensemos, colegas, pensemos. Dejemos de mirar solamente al pasado y fijémonos en la historia cultural del país desde 1959 hasta el momento en que escribo estas líneas. Andar con orejeras, como los viejos caballos de tiro, mirando al piso y doliéndose del cansancio vivido, resulta muy conveniente para quienes han acallado nuestras voces en todos estos años, sean fidelistas, llanusistas, aldanistas, pavonistas o, como dicen algunos adecuándose a los nuevos aires de la política, raulistas.

La reaparición de ciertos personajes siniestros de una parte de la oscura historia cultural cubana de los últimos cuarenta y ocho años, en espacios y horarios de mucha audiencia, no es que puede resultar „síntoma de algo", como dicen algunos en los mensajes del debate suscitado, ni que sean anuncios de cambios que puedan regresar el mal, como han escrito otros, ni mucho menos que se hayan desenterrado tiranosaurios depredadores de las letras y las artes en Cuba. Lo sucedido obliga a dejar de lado los eufemismos, las ingenuidades, y las cegueras discriminatorias. A ello me refería en uno de mis mensajes cuando pedía que empezáramos a llamar a las cosas por su nombre, entre todos, en un diálogo plural, respetuoso e inclusivo. Lo que debemos tener claro, entonces, es que lo sucedido resulta, simplemente, más de lo mismo y responde a esa llamada „Política Cultural de la Revolución" que hemos sufrido todos estos años.

Pero reflexionar anclados en ese punto significa dejar de lado las viejas rencillas, los egoísmos personales, las heridas sufridas, las revanchas por cobrar, y pensar en algo esencial: vivimos un momento en que se está definiendo, rearmando, reformulando el destino de un país, y los intelectuales, si siguen divididos por todas esas circunstancias, seguirán teniendo el triste papel del inútil callado que aprueba lo que otros piensan y deciden, en lo que constituye un bochorno para la historia de la intelectualidad en un país donde estuvimos siempre a la cabeza de todos los grandes movimientos políticos y sociales que se dieron, incluído el del proyecto original de la Revolución Cubana. Aún cuando muchas de esas rencillas, muchas de esas divisiones y muchas de esas heridas sean totalmente justificadas, se impone ser menos egoístas y pensar no en nuestro dolor personal, no en lo que perdimos o nos quitaron, sino en los dolores y las traiciones que sufre la Nación, y en los agujeros negros que existen en esa Nación, por nuestro conformismo intelectual, nuestros miedos, y nuestras ausencias como protagonistas del pensamiento social de las últimas décadas.

César López, en un acto de honestidad absoluta, escribe: „te comunico, con José Martí, „Yo soy honrado y tengo miedo". Y es fundamental entender que no se llegará a un análisis real de todo lo sucedido si no se reconocen los miedos que nos han sembrado, pues toda la discusión y cualquier reflexión estará viciada por las limitaciones y autocensuras dictadas por el miedo.

Como Retamar una vez, deberíamos empezar preguntándonos: ¿A quién debemos el miedo?. Y la respuesta es una: el miedo no está donde no lo han creado, no está donde no existen razones para el temor. Entonces, ¿por qué sentimos miedo de hablar?, ¿por qué no llamamos a las cosas por su nombre y a los culpables por sus culpas? Y mucho más: si yo estuviera equivocado y todo dentro de la Revolución y de su proyecto cultural fuera limpio, iluminado, puro, ¿por qué razón se tiene tanto miedo?

 

La Revolución exclusiva.

Muchos mensajes de este debate resultan la mejor prueba del carácter exclusivo del proyecto cultural revolucionario y del fuerte impacto de sus preceptos en la mentalidad de buena parte de la intelectualidad cubana. ¿Qué razones puede tener alguien para excluir de un debate intelectual a los que llama „contrarrevolucionarios"? ¿Hasta cuándo los intelectuales debemos soportar esa máxima de corte fascista que impone que „Cuba es para los revolucionarios", „la universidad es para los revolucionarios", etc? ¿Hasta cuándo los intelectuales cubanos, en un acto contrario a nuestra naturaleza, vamos a ser cómplices de presupuestos que limitan las libertades sociales y de pensamiento? ¿Por qué debemos aceptar el concepto de „revolucionarios", „contrarrevolucionarios" que nos ha sido impuesto? Esa arma ha sido usada de modo magistral por quienes nos han dividido y lamentablemente no hemos sabido, ni tenido el valor necesario, para generar un pensamiento sólido, maduro, valiente, que se oponga a esos designios.

De ese modo, me resulta muy peligroso escuchar a Paquita Armas decir que „no creo, por el momento en que vivimos, que sean días para entablar un debate sobre este tema vía electrónica", porque en su opinión „Al enemigo no hay que darle – como decía el Ché – ni un tantito así". ¿Ese intelectual que vive, por razones diversas y muy complejas de nuestro proceso, en otros países, es un enemigo? ¿Pedirle a ese intelectual (que es muy posible se haya ido debido al Pavonato y sus derivaciones) que busque con nosotros una estrategia para evitar desde la Cultura que los verdaderos valores de la Nación se pierdan, es darle armas al enemigo? ¿Acaso „los revolucionarios" se sienten tan desvalidos que tienen que acudir al escamoteo y al ocultamiento de sus errores para sobrevivir al enemigo? Con esas simples palabras, seguro sin darse cuenta, Paquita Armas pone en el tapete un tema espinoso: apuesta por detener el debate vía email para evitar que „oídos inconvenientes" se enteren de esta desastrosa verdad, del mismo modo en que Cuba niega el acceso libre y abierto a sus ciudadanos para que no puedan descubrir muchas otras verdades que no les han sido dichas y circulan libremente en internet. Es más de lo mismo, otra vez la exclusividad: „la internet y la información que en ella se encuentra es sólo para los revolucionarios", pero en este caso, como diría Orwell en su Rebelión en la Granja („Todos los animales son iguales, pero unos son más iguales que los otros") ese privilegio el gobierno (de modo aún más exclusivista) lo reserva solamente para algunos revolucionarios que son más revolucionarios que los otros.

¿Con qué derechos se pretende seguir excluyendo al que piensa distinto del cada vez más necesario proceso de „pensar a Cuba"? Y más aún: ¿Hasta cuándo ese proceso de alimentar la Nación con el pensamiento ciudadano va a ser privilegio de unos pocos que, desde el poder, imponen lo que debe pensarse sobre algo que pertenece a todos? ¿Hasta cuándo nos vamos a burlar de José Martí, ese intelectual al que tanto se pone de ejemplo, olvidando que él dejó bien claro con su pensamiento que la Patria es de todos, es ara y no pedestal, y no es feudo ni capellanía de nadie?

 

 

La intelectualidad ¿unida?

No recuerdo ni conozco que en otro momento desde 1959 hasta hoy se haya producido en la historia cultural cubana un hecho similar: los intelectuales se unen, más allá de sus muchas diferencias, más allá de sus capillas y sus guerras personales, en un grito unánime y justo contra un hecho insólito que, debido a la experiencia política y cultural de estos años, no debería sorprender a nadie.

Pero eso indica algo: jamás la intelectualidad cubana ha estado unida.

Waldo Leyva en su mensaje dice „si no detenemos estas manifestaciones, la unidad, que con tanto cuidado, sacrificio personal y entrega hemos logrado..." Y yo pregunto, como dije en uno de mis mensajes: „ ¿no creen ustedes que si en otros momentos hubiéramos tenido esa misma posición, se hubieran podido evitar tantos descalabros, tantos exilios y tantos silenciamientos sucedidos en las últimas dos décadas? Espero que este suceso no quede en una unidad temporal de la intelectualidad para oponer su voz y criterio a un fenómeno del pasado que hizo daño y que esa unidad sirva para revisar otros fenómenos que han sucedido y suceden."

No ha existido unidad alguna, Waldo, todo lo contrario. La política cultural de la Revolución ha seguido excluyendo a quienes han pensado distinto, a quienes se le han opuesto, o a quienes no se le han sumado. Miles de ejemplos podemos poner todos y cada uno de nosotros. Y si puede hablarse de Unidad en todos estos años, entonces habría que hablar de la Unidad impuesta y la Unidad rebelde. Ha existido, sí, una Unidad de aquellos intelectuales y artistas al lado de la Revolución y su proyecto de Cultura. Pero Ojo: es una unidad impuesta y excluyente, porque si no estás allí simplemente no estarás en la Cultura y eso ha impuesto reglas bien rígidas que no deben violarse. En esa Unidad están los que creen en la Revolución, los que viven a costa de ella, los que se suman al carro para ver qué cuota del pastel cultural pueden comer, y los que no encuentran otro camino. Es una unidad falsa, viciada por los totalitarismos y las discriminaciones impuestas por el proyecto político. Una unidad a la sombra y bajo la égida del poder.

Y existe otra unidad, esa sí libre y de algún modo rebelde. Esa unidad cómplice, conspirativa, irreverente, pero siempre silenciosa, que compartimos todos cuando sabemos que el poder no nos escucha. Allí, en sus marcos, es donde realmente se están produciendo hoy, como un caldo de cultivo espeso y explosivo, las verdaderas variantes del pensamiento social que primará en Cuba en los tiempos futuros que todos sabemos que se avecinan (o al menos eso nos decimos en esos momentos de complicidad, ¿lo recuerdan?). Es esta una unidad esperanzadora, aunque sea una prueba de ese miedo que nos han inculcado todos estos años. Es una unidad contra el poder.

 

La levedad del síntoma

Poco antes de sentarme a escribir estas reflexiones desde Cuba y desde esos otros países donde los cubanos habitan su Cuba propia, la que nadie les ha podido arrebatar, llegaban varios mensajes preguntando: ¿Sabes algo de la reunión con Abel? Y he contestado: nada sé, pero pierdan las esperanzas, nada pasará. Sé claramente lo que allí sucederá. Abel se pondrá de parte de los intelectuales citados para hablar del problema. Como siempre, sorteará los momentos incómodos con sus chistes y sus juegos de palabras (Abel, es un hombre con un sentido del humor excelente, no lo olviden, y esa es un arma muy útil para los políticos). Al final prometerá „canalizar" el asunto, pedir responsabilidades, etc. Y todo quedará en ese lugar.

Como las aguas se revolvieron, quizás algún pobre diablo cargará en el ICRT con las culpas. E incluso podrían poner a un locutor a leer una disculpa por el „error". Nada más. Bien sabemos todos que el ICRT y la prensa cubana han sido siempre instituciones controladas directamente por las altas esferas del poder en la isla. Los que la han dirigido son hombres de primera confianza de ese poder y espero que nadie olvide que el actual director es un hombre con grados y porte de militar que salió de esas filas armadas dirigidas por quien hoy preside interinamente nuestro país: Raúl Castro. Llamemos a las cosas por su nombre, colegas. Nos van a dar, nuevamente, gato por liebre. Y lo peor, como han dicho algunos en varios mensajes, esto no es nada, hay que estar preparados para otras cosas que pueden venir.

Esperar una disculpa pública de quienes hicieron esos programas y (ojo) los trasmitieron en espacios de alta audiencia (no en cualquier espacio), es una ingenuidad. El pueblo a quien se le transmitieron esos programas es el mismo que en los últimos veinte años ha visto minimizados, manipulados con censura antihistórica y esquematizados en un blanco y negro bochornoso, los programas de estudio de su historia patria. Para esos espectadores Pavón y Serguera hoy son héroes. Y para echar por tierra esa ofensa a la inteligencia que es vestirlos de héroes en nuestra televisión (¿o debería decir la televisión del Partido Comunista?) sería necesaria una reconstrucción de los hechos siniestros de los que ellos fueron protagonistas y muchos de ustedes víctimas; sería necesario explicarle al pueblo aquellos ahora llamados „errores" que muy bien Ena Lucía Portela llama „actos criminales" y que yo, como dije en mi mensaje, sigo creyendo fue una estrategia bien planificada (desde entonces y hasta hoy) para mantener a raya a los intelectuales que, bien sabían los que arrebataron el poder a Batista, habían tenido una participación decisiva en muchos momentos álgidos de nuestra historia.

La Revolución, colegas, con el máximo lider a la cabeza, ha tenido una pésima memoria. Y esos „errores" no son recordados, son eliminados de los libros, no existieron y, como le he escuchado decir a ciertos colegas de la izquierda, „son difamaciones del imperio". E incluso, no lo olvidemos, el mismo „Proceso de Rectificación de Errores" fue llevado a cabo por los mismos autores de aquellos "errores", sin que reconocieran sus propias culpas (o dejándolas caer sobre chivos expiatorios), viciando lo que de "rectificación" pudo haber tenido ese proceso.

¿Cómo permitirnos soñar que ahora van a revivir esos „errores", precisamente ahora cuando está al mando del país quien estuvo directamente detrás de muchos de aquellos desastres y operó los hilos de esas tristes marionetas que fueron Pavón, Aldana y compañía? Como dice uno de los mensajes, es fundamental saber quién dio la orden para que se hicieran esos programas. Pero yo agregaría: más importante es averiguar a qué política y a qué estrategia responden órdenes como esas. Y encontraremos una respuesta clara: la política siempre ha sido la misma, con matices, con leves modificaciones de acuerdo a la inteligencia o la estupidez del Pavón de turno.

Si no buscamos en la raíz del problema, si no vamos a las esencias, este síntoma tendrá la levedad de un suspiro y seguirán pasando las cosas que hasta hoy han pasado. Me aterra ver cómo algunos quieren echar todas las culpas solamente a estos fascistas devenidos en dirigentes culturales. Desiderio Navarro dice: „¿Acaso somos realmente un país de tan poca memoria que no recordamos ya la penosa situación a la que fueron reducidas nuestras instituciones por obra del Consejo Nacional de Cultura...? Me quedo sin palabras. Y para no ser yo quien diga, busqué un fragmento del documental „Seres extravagantes", que cuenta la historia de Reinaldo Arenas y muchos otros „diferentes", entre ellos algunos de ustedes. Allí, en una tribuna, cierto personaje famoso, ataviado con un sombrero de guano, dice: „En nuestra capital, en los últimos meses, le dio por presentarse cierto fenomenito extraño, entre un grupo de jovenzuelos y algunos no tan jovenzuelos, que les dio por comenzar a hacer pública ostentación de sus desvergüenzas. Así, por ejemplo, les dio por empezar a vivir de forma extravagante, reunirse en determinadas calles de la ciudad, en la zona de la Rampa, frente al Hotel Capri..." ¿No lo adivinan? Los que fueron condenados por sus „diferencias sexuales" no deberían olvidar ese discurso. Y quienes quieran una respuesta a los verdaderos responsables de la tragedia cultural vivida en aquellos años y en las etapas posteriores, hasta hoy, sólo tienen que buscar en sus discursos siempre exaltados de aquellos años. Encontrarán cosas asombrosas. A muchos, por encontrarlas y comentarlas nos han llamado „apátridas", „mercenarios del imperio" y en el mejor de los casos „no revolucionarios".

 

 

Nosotros, los más nuevos

Entre todos los mensajes me llamaron la atención dos de modo especial: los poetas Norge Espinosa y Sifredo Ariel. Ellos, desde posiciones distintas, manejaban dos tesis: los más ofendidos, decían, por obviedad deben ser los afectados por „aquella etapa", en lo cual tienen razón, pero apuntaban no haberla vivido aunque recibieran „apenas ramalazos de su agónica resaca" (Sifredo) y „Mi generación no tuvo que sufrir a ninguno de estos personajes. Sufrió a otros, copias de menor poder, a los que hemos visto entrar en el rango de no-personas, cuando poco a poco comenzó a flexibilizarse el diálogo que ellos mismos negaban".

Confieso que viniendo de dos amigos tan lúcidos estas aseveraciones, y especialmente „agónica resaca" y „diálogo", me sacan de lugar y por eso quisiera ampliar e ilustrar lo dicho por ellos. ¿A qué dialogo te refieres, querido Norge, si el único diálogo posible que existe es ése de los que pactan con los dictados del poder cultural y político? Si tú vives, querido Sifredo, en esa misma Habana que yo habité (y habitamos) humana y culturalmente hasta hace unos meses, ¿cómo es posible que hables de una agónica resaca?

Pensemos. Supongamos que aquellos tiempos grises pasaron y que, como dicen algunos mensajes, no pueden volver a la tranquilidad cultural de hoy, empañada (reconocen algunos) por „imperfecciones" y „actos irresponsables". Desde que a Pavón y a otros los condenó el Tribunal Supremo o el „paso a retiro", nada ha sucedido. Perfecto.

Visto así, a quién echaremos la culpa de los sucesos terribles generados a raíz de la conocida „Carta de los Diez", escrita por „borrachos y poetas mediocres" (¿recuerdan aquel documento que muchos firmaron?).

¿Quién explicará la represión cultural y policial sufrida por el movimiento plástico y teatral de fines del 80 que provocó uno de los más masivos éxodos culturales del país?

¿Alguien recuerda lo sucedido con Diásporas y Rolando Sánchez Mejías que lo llevó a escribir en 1995 su carta abierta a El País denunciando la censura en Cuba?

¿Alguien duda de los años de cárcel sufridos, por poner un simple ejemplo, por Reinaldo Hernández Soto, desde que, usando sus derechos ciudadanos, escribió una carta a Fidel Castro condenando el fusilamiento de Ochoa? Y en fechas más cercanas, ¿alguien es capaz de dudar que haya hoy presos por pensar diferente, sea del signo que sea lo que piensen, entre ellos algunos periodistas y escritores?

¿Son mentiras, no han existido, las presiones, sanciones y hasta expulsiones de jóvenes escritores cubanos por enviar sus obras literarias a la revista Encuentro de la Cultura Cubana (donde curiosamente, otros consagrados de la isla publican y, aunque reciben regañinas leves, nada pasa)?

¿Son mentiras las presiones, recomendaciones de no participar, visitas de los „fraternos agentes" de la Seguridad del Estado que „atienden" la Cultura a quienes publicaban o eran amigos de la Colección Cultura Cubana de la editorial Plaza Mayor, incluso antes de que, como se dijo, Patricia Gutiérrez „politizara" su participación con un discurso donde lo único que defendía era el derecho de autores exiliados a presentar su libro en la Feria a la cual ella era invitada?

Abilio Estévez dice en uno de sus mensajes „hace años que me cansé (o fatigué) y volví la espalda". ¿Alguien le ha preguntado las razones? ¿Se le ha preguntado por esas razones a otros que „se han fatigado" y „se han ido"?

¿Alguien se ha preguntado las razones por las cuales en Europa, Estados Unidos y algunos países de América (como dice Magaly Muguercia en uno de sus mensajes) viven hoy nombres imprescindibles de las últimas promociones de escritores y artistas cubanos? ¿Son todos „emigrantes económicos", esa cómoda categoría que suele emplearse en el discurso oficial para ocultar otras causas migratorias?

¿Alguien cree, a estas alturas, en las palabras del ministro de cultura cuando asegura que „en Cuba no hay un solo libro censurado"? No pongo mis ejemplos, que desmienten tamaña mentira, pero puedo mencionar a unos cuantos de quienes están leyendo estas palabras. Y si no existe censura, qué impide divulgar y dar a conocer en Cuba esas obras fundamentales que hoy se escriben por cubanos en muchos sitios del mundo. ¿O es que debemos creer que, como Reinaldo Arenas o Cabrera Infante, todos han dicho que no quieren ser publicados hasta que haya cambios políticos en la isla?

¿Qué justificaciones "culturales" hacen justa la concesión de los Premios Nacionales de Literatura y demás artes, solamente a escritores que han permanecido fieles, o que se han plegado a la Revolución, por motivos distintos? Y piénsese en este derecho violado, a pesar de que muchos de quienes los merecieron, o los merecen, no los aceptarían. Muchos sabemos, de propia voz de nuestros dirigentes culturales, que responde a una política cultural llegada digamos otra vez eufemísticamente "desde arriba", ¿verdad, colegas del Instituto Cubano del Libro?

¿Tenemos que creer que es cosa de ciencia ficción las presiones, censuras y represiones sufridas por quienes hace años llevan adelante el proyecto, concurso y revista Vitral en Pinar del Río, de lo cual, para no citar a nadie de ese proyecto, pueden dar fe Pedro Pablo Oliva, a quien acaban de darle el Premio Nacional de Artes Plásticas, o los escritores Raúl Antonio Capote o Ángel Santiesteban, por citar sólo tres testigos?

¿No ha existido acaso la satanización de Antonio José Ponte desde que decidió cuestionar (en el lugar adecuado, es decir, ante los miembros de la UNEAC y en una asamblea) que la UNEAC era una contradicción desde sus mismas bases fundacionales? Y habría que preguntar también: ¿dónde estaba la unidad citada por Waldo cuando lo „desactivaron" de la UNEAC y por qué no hemos exigido que se le respete su decisión de ser parte del Consejo de Redacción de la Revista Encuentro? Espero que no olvides, querido ministro Abel Prieto, aquella reunión en la Biblioteca Nacional donde les dijiste a todos los directores provinciales de Cultura que „había que tener cuidado" con Ponte porque trabajaba para la revista Encuentro, financiada por la CIA, y con Amir Valle, porque está trabajando para „esa señora de la cuál no sabemos qué esperar", refiriéndote a mi trabajo con Patricia Gutiérrez.   Lo mismo que dijo Ponte, incluso con palabras más fuertes, lo acaba de decir Paquita Armas en su mensaje: „Que este intercambio de ideas camine tan rápido hace evidente la necesidad de un espacio de diálogo entre los artistas cubanos. La UNEAC dejó de ser lo que era y ahora no hay un lugar donde decir lo que se piensa". ¿La condenaremos por esas „terribles" palabras?

 ¿Nadie se ha puesto a pensar en el infierno que está viviendo, ahora mismo, el excelente narrador (y lo digo con todo propósito) y exalumno del Taller de Creación Onelio Jorge Cardoso, Luis Felipe Rojas, por haberse atrevido a fundar, allá en Cacocún, la Asociación de Jóvenes Escritores del Oriente, condenada por el „pecado tenebroso" de destacar obras censuradas en Cuba, crear y difundir proyectos literarios independientes, luego de su desencanto con las instituciones oficiales?

¿Entonces jamás han sido perseguidas y censuradas por el poder político y cultural las revistas literarias independientes Cacharro(s) y Bifronte (y aunque no quiera debo mencionar mi revista Letras en Cuba y mis cápsulas literarias A título personal, que provocaron, además, el cierre de mi correo en la red Cubarte del Ministerio de Cultura)?

Y finalmente, aunque este listado seguro será ampliado por muchos de ustedes con sólo  pensar un poco lo vivido en estas dós últimas décadas, ¿por qué se acaba de prohibir en el más reciente Festival del Nuevo Cine, en La Habana, la proyección del documental Arte nuevo de hacer ruinas, del realizador alemán Florian Boschmeyer, que ha obtenido ya varios premios en festivales internacionales de Europa y Estados Unidos?

Piensen en todo esto, busquen en sus propias experiencias y quizás sea bien distinta la respuesta a las preguntas: ¿Es el Pavonato un fenómeno del pasado?, ¿Los únicos afectados han sido los que vivieron aquella época del mal llamado „quinquenio gris"?, ¿son ellos los únicos que tienen derecho a sentirse ofendidos y preocupados?

 

Las cambiantes aguas

Nada terminó, colegas; todo sigue. Es parte de una misma esencia: „ Las dictaduras, sean de derecha o de izquierda, no sólo intentan controlar la vida cotidiana del individuo, sino sus creencias y fantasías […].  Las dictaduras no confían en la literatura, porque ésta permite al hombre salir de sí mismo, vivir menos esclavo y saborear la libertad". Eso lo dijo otro de los censurados en Cuba, Mario Vargas Llosa, quien fuera amigo de algunos de ustedes y que, bien sabemos, se apartó de la Revolución cuando descubrió muchas de las cosas que aquí comento, pues bien claro ha dicho ya él mismo que su salida del carro de la Revolución no fue sólo por el Caso Padilla.

Alguno de ustedes dirá: claro, su posición es cómoda, está en Berlín... y quién sabe. Pero recuerden que estas cosas también las dije en Cuba y por eso me hice incómodo. Nadie me paga. No pertenezco a ningún partido político. Asumo una responsabilidad que nos deben: la de pensar por cabeza propia y decir lo que se piense, sea lo que sea. Creo en aquellos sueños de construir un país mejor, un continente mejor, y un mundo mejor. Pero la historia misma ha demostrado que las dictaduras y los totalitarismos no sirven para hacer realidad esos sueños. Cuando alguien puso en la lista de mensajes "Y ya llegó el asunto a la otra orilla" el pecho se me encogió. He pasado un año entero obligándome a creer que estoy aquí por causas distintas. Pero he sido desterrado. Llevo meses pidiendo un permiso de entrada a Cuba que no llega a ningún sitio, a pesar de mis reclamos (y los de mi familia en Cuba) en la UNEAC, el Ministerio de Cultura y el Departamento de Inmigración. ¿Alguien de ustedes puede darme una respuesta de a qué se debe? Yo podría escribir otro artículo tan o más largo que éste con mis historias que allá unos cuantos saben, porque intenté pleitearlas exigiendo mis derechos ¿verdad, Abel?, ¿verdad, Carlos Martí? Ojalá respondan alguna vez a mis muchas cartas, como ojalá respondan alguna vez, con honestidad, a este reclamo que hacen ahora tantos intelectuales.

¿Qué nos queda? Entender que hay que buscar ese diálogo perdido, esa participación activa de la intelectualidad en las decisiones y la vida política y cultural del país en un espectro plural, abierto e inclusivo.

El querido Guillermo Vidal nos mantuvo unidos a muchos de sus amigos, durante muchos años, diciéndonos con aquella mirada suya, tan honesta, cada vez que veía una discusión entre miembros de nuestra promoción (a la cual él se sentía unido aunque no fuera la suya): „Caballeros, si nos dividen, nos joden". No olviden eso.

Y tampoco olvidemos, como dice Waldo Leyva en su mensaje, que tenemos un „compromiso inviolable con las esencias de la Nación", que no son, aclaro, las que nos han impuesto hasta hoy. Esas esencias siguen siendo las mismas a pesar de todo lo ocurrido en los últimos 48 años. Se han enriquecido las esencias. Se han complejizado, a pesar de nosotros y de nuestra abulia, nuestros miedos, nuestros egoísmos y nuestras vacilaciones.

En una de las conversaciones que tuve con el Presidente de la Asociación de Escritores de la UNEAC, el colega Francisco López Sacha, cuando le pregunté cómo podía explicarme a mí mismo la doble moral con la que se trataba política y culturalmente la Colección Cultura Cubana de la editorial Plaza Mayor, me hizo una historia. Me dijo que el general Francisco Franco le ordenó a Dalí pintar un cuadro para su hija. Dalí pintó una mujer de espaldas mirando al mar.

-- ¿Esa muchacha es mi hija? – quiso saber Franco cuando vio el cuadro.

-- Es su hija – asintió Dalí.

-- ¿Y qué significa el mar? – se intrigó Franco.

Dalí miró al cuadro y sonrió antes de responder.

-- Son las cambiantes aguas de la política, General.

 

Y así es, colegas. La política, como las aguas, cambia. Los políticos, como las gotas de agua, cambian y van de un lado a otro, según la corriente que les impongan sus deseos y la historia. Nosotros, los intelectuales, aunque también cambiamos, seguimos siendo, en esencia, los mismos. Hagamos honor a nuestro destino, usemos el intelecto con toda la libertad y con la vergüenza que ello exige. Y sin miedos.

 

Berlín, 11 de enero de 2007.

15 ene 07

Respuesta a Eliseo Alberto

En su mensaje electrónico, Eliseo Alberto Diego nos acusa a mí, a Jorge Luis Arcos y a José Pepe Prats de ser injustos, insolidarios y hasta oportunistas en nuestros comentarios publicados en Encuentro en la red . En lo que a mí se refiere, me gustaría replicar a esto, no sin antes señalar que no hay diferencia, en cuanto a grados de reflexión, entre ellos y los de Lichi: los nuestros no tienen, como él afirma, la "ventaja que da el ejercicio de la reflexión" sobre "la lógica ligereza de quien redacta al vuelo un S. O. S. electrónico"; el suyo es un comentario totalmente razonado y elaborado, tan bien pensado como los de nosotros, y a la vez escrito al calor de esta sorpresiva coyuntura, justo como los de nosotros.

"Al enmudecer La Habana, algunos aprovecharon la pausa para desbocarse", dice Lichi. Quizás él no me crea, pero lo cierto es que mi comentario fue escrito inmediatamente después de leer la carta pública de Desiderio Navarro; ese mismo día, ya entrada la madrugada, lo colgué en un blog recién estrenado, y fue al día siguiente, cuando ya había leído algunos de los mensajes provenientes de Cuba, que Pablo Díaz me propuso publicarlo en ERR. Luego salieron las notas de Yoyi y de Pepe, y sinceramente me alegré de que ellos compartieran mi posición.

Hoy, horas antes de leer el mensaje de Lichi Diego, he estado hablando largamente con Yoyi sobre el tema. Creo que lo que más le molestó a él es el hecho de que algunos intentaran desde La Habana dejar fuera del debate a los que estamos en el exilio, cuando es un hecho que muchos de los afectados en los 70 están de este lado del charco y que, de cierta manera, todos hemos sido afectados, pues el daño que entonces se hizo a la cultura y a la intelligentsia no se supera por decreto. Por mi parte, lo que más me molestó de la carta pública de Desiderio fue que la dureza con que critica a los intelectuales por no haber resistido en los 70 no fuera acompañada de autocrítica —siendo, de esa manera, inconsecuente con la memoria que reclamaba— y sí de un claro propósito de exculpar a las máximas autoridades de la Revolución.

En efecto, Baquero dijo que la "cultura es un lugar de encuentro" pero esa frase, mientras no adquiera una interpretación concreta, es una consigna vacía y retórica, una especie de comodín que sirve para todo. Encuentro la ha asumido como un lema en el empeño de sumar a todos en un diálogo necesario, un debate que las autoridades cubanas rechazaron. En Encuentro en la red se publicarán todos los escritos sobre el asunto que nos ocupa, aquellos firmados por los de aquí y los de allá, por los "revolucionarios" y los "contrarrevolucionarios", los de "derecha" y los de "izquierda". Ni La Jiribilla ni Cuba Literaria lo harán. Cuando Temas ha publicado alguna crítica de fondo ha sido, como en el caso del ensayo de Ponte sobre Martí, para acto seguido intentar descalificarlo de la manera más grosera y, desde luego, contraproducente. Criterios sacó algunos años un número con acercamientos teóricos al "neofascismo norteamericano", pero sobre el costado fascista del régimen cubano no ha publicado nada, hasta donde sé.

Lichi dice: "invierte el catalejo para exagerar sus propias sentencias, las de Duanel, como si la amplificación de una verdad bastara para sustentarla, con lo que olvida que, mal entendida, la realidad vista a través de una lupa a veces sólo sirve para distorsionarla, no para razonarla." Ahora bien, lo que yo señalo no es "mi" verdad, ni es la de Prats ni la de Yoyi aunque ellos la compartan; es sencillamente la verdad, algo que está más allá de posiciones políticas o éticas. No tengo que amplificarla pues se sustenta en los hechos: fue Fidel Castro el que pronunció el discurso de clausura del Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura.

Pero Lichi prefiere concentrarse en otro pasaje de mi comentario. Dice: "Díaz asegura a raja tablas que la Revolución no admite 'conciencia crítica', pues para criticarla de verdad, hay que situarse fuera del juego. Salir de su propia lengua: pasar de 'Fidel' a 'Castro'. Mientras exista 'Fidel', no ya sólo en tanto ser físico sino en tanto concepto proveedor de legitimación, la simetría entre 'políticos' e 'intelectuales' que sugiere Navarro resulta falsa; de hecho, en Cuba no hay 'políticos', puesto que no hay partidos ni parlamento". Lo grave no es que no haya "partidos" sino que haya solamente uno —más una Asamblea del Poder Popular integrada casi en su totalidad por sus militantes. A estas alturas del "partido", después de tanto llover sobre mojado, lo mismo en La Habana que en Miami, apenas tiene sentido la propuesta de elegir entre un nombre Equis y un apellido Zeta, una alternativa que, sin necesidad de lentes para miopes, hace gala de una evidente ofuscación teórica."

Ahora bien, ¿hay diferencia entre que no haya "partidos" y que haya solamente "uno"? Al contradecirme y afirmar lo mismo que yo, es él quien resulta bizantino, cuando no absurdo. La diferencia entre "Castro" y "Fidel" que señalo no carece de sentido; sacada de su contexto, en el mensaje de Lichi, ciertamente parece artificiosa, pero en mi comentario no es para nada gratuita: insisto en que mientras a Fidel no se le pueda llamar Castro, mientras no esté sujeto, como todos, al escrutinio de la opinión pública que define todo espacio democrático, no podrá haber en Cuba un auténtico debate, aunque sí voces que, como la de Ena Lucía Porcela, salgan fuera de esa falaz retórica.

"De lo que se trata, ahora, es de sumar: el que resta pierde. Sería gravísimo error equivocarnos de contrincantes pues existe la posibilidad de acabar siendo, uno, nuestro propio enemigo. Conmigo no cuenten los que sólo ven manchas en el sol", termina Lichi. Y yo me pregunto si la suma que saldría si nos calláramos quienes hacemos una crítica de fondo ayudará a que venza alguien más que ese régimen que coarta las libertades de todos, los de allá, que no pueden expresarse libremente, y los de aquí, que por hacerlo tenemos prohibida la entrada a nuestro país. ¿Nos equivocamos de contrincante nosotros o se equivoca Lichi Diego? Mi contrincante no es Desiderio Navarro, ni mucho menos los demás colegas en La Habana: mi contrincante —el de Yoyi, el de Pepe— es el régimen castrista.

10 ene 07

Comentarios a una carta pública de Desiderio Navarro, a raíz del debate de intelectuales cubanos sobre la exaltación de ex comisarios políticos en medios de la Isla.

Duanel Díaz, Madrid

miércoles 10 de enero de 2007 15:17:00

Ha llegado a mi buzón electrónico una carta pública donde Desiderio Navarro critica la reciente aparición de Luis Pavón en un programa de la Televisión Cubana que ha exaltado su contribución a la cultura nacional. Además de sumarme al merecido repudio de ese oscuro censor cuya obra literaria carece de toda importancia, me gustaría ahora compartir un par de reflexiones sobre la propia denuncia de Navarro; señalar, sobre todo, los límites de su posición, que son, básicamente, los de quienes a estas alturas de la partida afirman que la libertad de crítica y el socialismo cubano no son incompatibles.

Al colocar casi toda la culpa en el funcionario, por importante que este sea, Navarro libera en gran medida de ella al gobierno revolucionario. "Cierto es que Pavón no fue en todo momento el primer motor, pero tampoco fue un mero ejecutor por obediencia debida. Porque hasta el día de hoy ha quedado sin plantear y despejar una importante incógnita: ¿cuántas decisiones erróneas fueron tomadas "más arriba" sobre la base de las informaciones, interpretaciones y valoraciones de obras, creadores y sucesos suministradas por Pavón y sus allegados de la época, sobre la base de sus diagnósticos y pronósticos de supuestas graves amenazas y peligros provenientes del medio cultural?", afirma, colocando en el origen —en la "base"— del entuerto al director de Verde Olivo, y atribuyendo así las erradas decisiones de la cúpula a los "datos" suministrados por él.

Pero no fue Pavón quien inventó el estalinismo, ni quien decidió seguirlo en Cuba: esas valoraciones, que son las que fundamentan la doctrina del realismo socialista, ya habían presidido la obra crítica de las cabezas pensantes del Partido Socialista Popular: Carlos Rafael Rodríguez, Mirta Aguirre, Juan Marinello, José Antonio Portuondo, Nicolás Guillén.

En un principio enfrentados con los partidarios de otras posiciones estéticas que reivindicaban para sí la originalidad de la Revolución, estos intelectuales estalinistas fueron adquiriendo más importancia en el dictado de la política cultural a medida que el gobierno revolucionario, declarado marxista-leninista desde 1961, fue estrechando sus lazos con el bloque soviético y los límites de la legalidad revolucionaria.

Navarro afirma que la impronta de Pavón "condicionó el resentimiento y hasta la emigración de muchos de aquellos creadores no revolucionarios, pero no contrarrevolucionarios, cuya alarma había tratado de disipar Fidel en Palabras a los intelectuales", como si entre este discurso de Castro y los dictámenes del Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura hubiera una simple solución de continuidad.

La memoria que propugna en su carta no alcanza, pues, a recordar que fue el propio Castro quien pronunció el discurso de clausura de ese congreso, consagrando elocuentemente todos sus dictámenes; tampoco recuerda que Pavón, en tanto director de la revista Verde Olivo, estaba directamente subordinado a Raúl Castro. Las causas de las cosas que Navarro invoca en su cita de las Geórgicas llevan, entonces, directamente hasta ese Comandante en Jefe de cuya convalecencia todos están pendientes, y hasta aquel otro Castro que lo ha sustituido en sus funciones.

Quedarse en las ramas

Preconizar la necesidad de ir a las raíces y quedarse en las ramas es, así, la contradicción medular de la crítica que ya en el ensayo In media res publicas ofrecía Desiderio Navarro. Allí apunta: "La suerte del socialismo después de la caída del campo socialista está dada, más nunca que antes, por su capacidad de sustentar en la teoría y en la práctica aquella idea inicial de que la adhesión del intelectual a la Revolución —como, por lo demás, la de cualquier otro ciudadano ordinario— 'si de veras quiere ser útil, no puede ser sino una adhesión crítica'; por su capacidad de tolerar y responder públicamente la crítica social que se le dirige desde otras posiciones ideológicas —las de aquellos 'no revolucionarios dentro de la Revolución' a quienes se refería la célebre máxima de 1961".

Ante esta reivindicación del derecho a crítica para los revolucionarios y los no revolucionarios de "dentro", cabe preguntarse dónde está el límite en que comienza la "contrarrevolución", quién establece el "afuera" sino ese Máximo Líder en cuyo dictum de 1961 estaban ya, in nuce, las determinaciones de 1971.

Lo cierto es justo lo contrario de lo que dice Navarro: la existencia misma del socialismo, antes y después de caerse el Muro, depende de reprimir la crítica de fondo, pues esta lo derretiría como un trozo de hielo expuesto al mediodía cubano. La Revolución no admite "conciencia crítica". Para criticarla de verdad, hay que situarse "fuera del juego". Salir de su propia lengua: pasar de "Fidel" a "Castro". Mientras exista "Fidel", no ya sólo en tanto ser físico sino en tanto concepto proveedor de legitimación, la simetría entre "políticos" e "intelectuales" que sugiere Navarro resulta falsa; de hecho, en Cuba no hay "políticos", puesto que no hay partidos ni parlamento.

Tampoco creo que una mayor resistencia de los intelectuales hubiera cambiado mucho la cosa en los setenta: más hubieran sido reprimidos, pues el sistema era una eficaz máquina de producir represores. Más criticables que los que en aquella coyuntura callaron o colaboraron, me parecen esos que, entonces marginados, se han convertido luego de rehabilitados en grandes adalides del régimen.

En una cosa sí estoy de acuerdo con Navarro: hay que tener memoria. Es por ello que echo de menos, en su enérgica crítica al gremio, una autocrítica, pues no olvido que, aunque le hayan censurado escritos propios y prohibido la publicación de algunos ajenos, él no dejó de ser uno de los cómplices de esa misma política con la que ha quedado identificado el nombre del teniente Pavón.

Como si se tratara de un colaborador de la revista positivista Cuba Contemporánea súbitamente montado por el espíritu de Zdanov, Desiderio Navarro escribió: "En modo alguno el sistema directivo de la sociedad socialista podría permitir que la cultura llegara a ser ese factor histórico que una vez fue abandonado a la espontaneidad y al libre curso y gracias a su capacidad de acción inversa sobre los demás factores sociales, introduciría en masa lo aleatorio, el desorden, la desproporción y la discordancia en todo el organismo social" ("El papel conductor del Partido marxista-leninista en el terreno de la cultura", La Gaceta de Cuba).

24 ene 07

Abrir la caja de Luis 'Pandora' Tamayo

¿Quién lo hubiera pensado? Al cabo de tantos quinquenios de moho y olvido, Luis Pavón Tamayo resulta —al fin— beneficioso para la cultura cubana.

Su exhumación, con desafinada fanfarria y medallas de hojalata, ha logrado que por primera vez la intelectualidad de la Isla se atreva discrepar. El solista de siempre se quedó esperando que el usual corito, con insegura voz de contratenor, expresara su adhesión sin fisuras a la consabida partitura de consignas negadoras de la esencia misma del intelectual: la libertad de pensar y formatear su discurso.

Aunque en muchos casos la protesta sea tímida, precavida y hasta salpicada de retórica "revolucionaria", el hecho es novedoso y prometedor. Su contexto político evidencia que se trasciende la motivación factual: los homenajes de la televisión de Estado a tres figuras de los años más rígidos y retrógrados de la normativa cultural estalino-maoísta.

Lo que la cadena de e-mails y el llamado a protestar ante el Ministro de Cultura, la UNEAC y la dirección del ICRT refleja es el ingreso de los creadores de la Isla en la sociedad civil (en las últimas décadas en Cuba sólo hubo sociedad militar o sociedad-partido); una sociedad civil que opina y quiere actuar por cuenta propia.

De lo que está ocurriendo, nada me parece tan interesante y saludable como la yuxtaposición de posiciones y opiniones.

Quienes aprovechan el debate abierto por la exhumación de Pavón, Serguera y Quesada, para destacar que la opresión de la cultura incluyó e incluye la marginación de los jóvenes creadores, el desprecio a los intelectuales de provincias y la negación de los escritores, artistas y pensadores emigrados, están en su pleno derecho y miran lejos.

Ya nadie cree que los grises nubarrones que cerraron completamente el cielo de la cultura cubana durante un plan quinquenal (o dos) desaparecieron. Sólo se desplazaron en función de la coyuntura, sabiendo compactarse y descargar sus divinos rayos cada vez que alguien —individuo o grupo— se apartó del rebaño, desoyó el flautín del pastor, quiso comer la hierba prohibida u oler una florecilla.

No coincido con los colegas que —desde dentro o desde fuera, desde un extremo o desde otro, y como procurando un centro, un consenso— llaman a la unidad.

La práctica de las últimas décadas ha demostrado sobradamente que la de dividir no es la única táctica del César. También es diabólicamente eficaz la fórmula: "Une y vencerás".

Reducir todas las opiniones a una sola, borrar la inevitable y saludable diversidad en aras de una supuesta causa común es el primer truco que debe aprender cuanto prestidigitador desee hacer carrera.

Los que denuncian el ostracismo y las humillaciones que sufrieron a manos de Pavón, los que denuncian los bozales de terciopelo que les impusieron los sucesores de Pavón, los que denuncian el silencio a que los aconsejaron otros más lejanos y sutiles herederos de Pavón y los que denuncian el apartheid neopavonista inventado para quienes vivimos en el exterior; hayamos roto públicamente o no con el Sistema, el Régimen y/o sus personeros… Todos, tenemos razón (nuestras razones) de sumarnos al séquito inconforme que trata de impedir se levante lo que no es un panteón a figuras del pasado, sino un nuevo paredón para seguir fusilando ideas.

Todos los caminos conducen a Roma o, como escribiera Cabrera Infante, "Todos los caminos conducen al Amor". Sea cual sea el credo político y proyecto para Cuba de cada cual: populista-liberal, demócrata-cristiano, social-demócrata, socialista… todos tenemos el derecho y hasta el deber de participar en esta escaramuza por la liberación plena de la cultura cubana. Sólo han de excluirse, y es obvio, los fascistas (de derecha o de izquierda) puesto que esos son precisamente los que amordazan a la cultura, con argumentos y estrategias diestros o zurdos.

Bienvenido sea, en suma, el intento de resurrección del pavonismo. No somos nosotros quienes diremos: Dios, perdónalos, no saben lo que hacen. Al contrario, les agradecemos la torpeza, el desvarío, la imprudencia de abrir la caja de Pandora; librando así los vientos, ojalá huracanados, que requiere el varado barco de la cultura insular para ponerse en movimiento.

05 ene 07

En un intento por sepultar su frustrado pasado de cantante, Alfredito Rodríguez, quien nació con un don especial para entonar pregones en el paseo del prado, ha decidido producir una nueva imagen que sustente su infantilismo patológico. Como el mismo lo ha pregonado en esa clásica e inolvidable canción suya "¡ay, que me encapricho!", su obsesión por llevarse a la televisión a sí mismo responde ya más que a un capricho irracional a un móvil del carácter mucho más avieso. 

 Al escuchar sus primeros programas por la televisión nacional me apacigüe pensando que sólo se trataba de un imbécil que el descuido, el azar y la suerte, habían introducido de repente en la red nacional de programación. Pero si fuera solamente esto, sería más fácil entender, los desvaríos y el desatino que acompañan a sus últimos programas. Un análisis pormenorizado del asunto nos conducirá al punto en cuestión.

 Lastimado en su ego por las últimas y validadas criticas- no ya de críticos en su función-  de personas que hacen buen uso de su sentido común, decide marcar la diferencia con sus últimos programas y para ello- para su propio extravío- cuela en su dislate a personalidades prestigiosas de la cultura cubana, en un intento desesperado por instaurar ante los "malvados sensores"  la imagen de un iniciado que pretende entrenarnos en lo que el mismo llama "la diferencia", su original manera para definir lo cursi. Carilda Oliver Labra, primera Víctima, es sometida a un interrogatorio procaz, realizado con elementos ambiguos y zigzagueantes. Y digo Victima, porque ella, al igual que Jorge Perugorría, y el resto de los invitados, sin desearlo, se han convertido en punta de lanza de una campaña personal que en los finales del primer programa asume todas las características de una apología política religiosa realizada por el líder místico en persona. Y he aquí donde la imbecilidad se junta en su desesperación con la perfidia. ¿Quién que haya sido invitado a un programa de nuestra televisión nacional imaginaría que tras la sonrisa amable, el edulcorante elogio, la súplica rimbombante, se pueda esconder la  sedición?  Tengo la convicción que estas dos extraordinarias personas que disfrutan del respeto de nuestro pueblo y poseen más allá de las fronteras del mismo una garantía a toda prueba de elevada condición intelectual se han sentido defraudadas, se habrán quedado pensando en su intima naturaleza: ¡Se trata solamente de un imbécil!

 Como consecuencia de nuevas críticas suscitadas a raíz de este primer programa, nuestro mambí cubano, que se hace llamar descendiente de Antonio Maceo, carga al machete con nuevos bríos. Eusebio Leal, invitado a este engendro televisivo, optó por rehusar la cicuta. Miguel Barnet, quien aún está en remojo, podría sorprender con su presencia la semana próxima. ¿Quién será el próximo? Tal vez Alfredito nos conduzca  a través de una sesión espiritista al encuentro de Rita Montaner o de Nino Bravo. No obstante, todavía no faltarán aquellos que caigan en la trampa de lo que se ha convertido en una vendetta. A Alfredo Rodríguez quizás le hubiera ido mejor si no se hubiera puesto a la defensiva ante las críticas justificadas que le han prodigado amorosamente, pero -he ahí su mayor absurdo- ha hecho evidente los principales objetivos de su aparición mística: dar una cachetada a sus detractores usando el

discurso de sus confiadas "presas"  como bases teóricas de su doctrina  kitsch. Con ello sólo ha logrado alertar a quienes no estaban  avisados y cobrado nuevas "simpatías" entre sus antiguos y recientes críticos.

 El pavoroso set seleccionado para la ocasión nos ubica en una caverna al principio del medioevo dispuesta para un ritual gnóstico. Todo confluye aquí, adivinación, paganismo, cristiandad difusa y catarsis esotéricas - de las mejores en su clase, disfrutamos la de Luisa María Jiménez, cuyo ensayo anterior le permitió ofrecer para el "sumo sacerdote y su público" la representación requerida-. A la usanza de las antiguas religiones el sacrificio resulta imprescindible para agradar a la deidad, un público ejercitado en los cotilleos de las telenovelas y hambriento por espiar sin recato en las propias fantasías del "el elegido". No se sorprenda nadie si en algún momento en esta serie de programas surgen preguntas como "¿Si usted no fuera revolucionario a qué partido político pertenecería, y si es un revolucionario dígame que opina del PCC?", o como esta: "¿Podría contarnos su primera experiencia sexual, fue con un hombre o con una prima?"; o como esta: "¿Dime si tú crees que yo soy un genio"? Preguntas toda cuyo fin artístico y humano es totalmente incomprensible, como otras que ya han surgido: "¿Jorge Perugorría, qué piensas de las personas que reprimen su homosexualismo (¿Qué piensas de las personas que les gusta la fresa y piden chocolate); o "Carilda, quiero saber si, en definitiva, te fumaste a José Ángel Buesa?; si debemos bautizar a los perros –ya que son preferibles a las personas (a los críticos); o como esta otra, para que no haya equivocaciones con el machazo: ¿Te gusta Santiago por las Santiagueras?", o como esta: "¿Luisa María, te has excitado sexualmente durante alguna escena con dosis de pornografía"? Ni más ni menos. Estas son, entre otras de la misma clase, las preguntas del sutil padre Alfredo. No llego a entender tampoco el extraño clima en que se desenvuelve la acción. Las velas sobre los troncos, ¿significan un apagón, o una velada espiritual? Los infinitos sermones sobre el bien y el mal, ¿a quién van dirigidos?, ¿quiénes son los diferentes de la "diferencia"?

 Lo más interesante de todo ello es que  las autoridades encargadas de dar fin al "payaso"  consientan en que una vez más disfrutemos durante este fin de año de lo que, más tarde o más temprano, ha de convertirse en lo último de su muy sabrosa cosecha.

 Una vez un personaje de la historia dijo que "cuando alguien mencionaba la paabra cultura en su presencia inmediatamente se llevaba la mano a la pistola". Si yo tuviera una pistola el miércoles próximo le daría un tiro a mi "panda".

 PEPINO