domingo, 11 de febrero de 2007

17 ene 07


 
El  informa que, en vista de que la previsible afluencia de público pudiera rebasar la capacidad de su sede en 23 e/ 10 y 12, la conferencia
 
"El Quinquenio Gris: Revisitando el término",
 
que ofrecerá el próximo martes 30 de enero el destacado ensayista cubano Ambrosio Fornet,
 
no tendrá lugar --como se anunció-- en la sede del Centro, sino en la Sala Che Guevara de la Casa de las Américas, casa de Criterios por largos años.
 
La conferencia, parte del Ciclo "La política cultural del período revolucionario: Memoria y reflexión",  organizado por el Centro Teórico-Cultural Criterios,
comenzará a las 3.00 p.m.
 
La entrada es libre.
 
Se agradece la divulgación de esta información entre colegas e interesados.

¿Síntoma de qué? Preguntémonos por las causas de las cosas. (Preocupaciones compartidas con amigos y compañeros)

Sent: Saturday, January 06, 2007 10:55 PM
Subject: ¿Síntoma de qué? Preguntémonos por las causas de las cosas. (Preocupaciones compartidas con amigos y compañeros)
 
 

Estimados amigos y compañeros:
 
De repente, al cabo de más de treinta años de su destitución, reaparece en la esfera pública Luis Pavón, ex-Presidente del Consejo Nacional de Cultura durante el eufemísticamente llamado "quinquenio gris", ni más ni menos que en todo un programa de la Televisión Nacional dedicado a "su impronta cultural en la cultura cubana".
Ahora bien, ¿es lo que ayer vimos y oímos la impronta de Luis Pavón en la cultura cubana?
 
¿O es otra que dañó irreversiblemente las vidas de grandes y menos grandes creadores de la cultura cubana, "parametrados" de uno u otro modo? ¿Que impidió la creación de muchos espectáculos artísticos y la divulgación de muchas obras literarias y plásticas en Cuba y en el extranjero? ¿Que nos privó para siempre de innumerables obras a causa de la casi inevitable autocensura forzada que siguió a los ubérrimos 60? ¿Que llenó todo un período con una pésima producción literaria y artística nacional hoy justamente olvidada hasta por sus propios ensalzadores y premiadores de antaño? ¿Que nos inundó con lo peor de las culturas contemporáneas de los países de la Europa del Este, privándonos del conocimiento de lo más creativo y profundo de éstas? ¿Que a la corta o a la larga condicionó el resentimiento y hasta la emigración de muchos de aquellos creadores no revolucionarios, pero no contrarrevolucionarios, cuya alarma había tratado de disipar Fidel en Palabras a los intelectuales? ¿Que creó e inculcó estilos y mecanismos de dirección y trabajo cultural neozhdanovianos que ha costado décadas erradicar, de tan "normales" que llegaron a hacerse? ¿Acaso somos realmente un país de tan poca memoria que no recordamos ya la penosa situación a la que fueron reducidas nuestras instituciones culturales por obra del Consejo Nacional de Cultura, situación que el humor cubano captó por entonces en aquel trío de refranes parodiados: "El que no oye al Consejo, no llega a viejo", "En la Unión no está la fuerza" y "En Casa de las Américas, cuchillo de palo"?
Cierto es que Pavón no fue en todo momento el primer motor, pero tampoco fue un mero ejecutor por obediencia debida. Porque hasta el día de hoy ha quedado sin plantear y despejar una importante incógnita: ¿cuántas decisiones erróneas fueron tomadas "más arriba" sobre la base de las informaciones, interpretaciones y valoraciones de obras, creadores y sucesos suministradas por Pavón y sus allegados de la época, sobre la base de sus diagnósticos y pronósticos de supuestas graves amenazas y peligros provenientes del medio cultural?
 
Si de improntas culturales valiosas en el periodismo cubano se trata, habría que mostrar aquellas como las de ese hombre de letras que fue Agustín Pí, quien, en ese mismo período, desde su modesto puesto en el periódico Granma, ayudó a cuantos "mal vistos" de valía pudo y logró que las páginas culturales de Granma fueran lo menos cerradas posibles en cada momento y no se convirtieran del todo, como tantas otras publicaciones cubanas de la época, en un erial de mediocridad y oportunismo.
 
En mi artículo "In medias res publicas" he hablado de la responsabilidad de los políticos en las limitaciones del papel crítico del intelectual --sobre todo en los años en que la cultura fue conducida por Luis Pavón--,  pero ésa es sólo la mitad del problema. La otra mitad --merecedora de un simétrico artículo-- es la responsabilidad de los intelectuales: sin el silencio y la pasividad de la casi totalidad de ellos (por no mencionar la complicidad y el oportunismo de no pocos) el "quinquenio gris" o el "pavonato", como ya entonces lo llamaron muchos, no hubiera sido posible, o, en todo caso, no hubiera sido posible con toda la destructividad que tuvo. Con contadas excepciones, entre los intelectuales, los heterosexuales (incluidos los no-homófobos) se desentendieron del destino de los gays; los blancos (incluidos los no-racistas), de la suerte de los negros reivindicadores; los tradicionalistas, del destino de los vanguardistas; los ateos (incluidos los tolerantes), de las vicisitudes de los católicos y demás creyentes; los prosoviéticos, de la suerte de los antirrealistasocialistas y de los marxistas ajenos a la filosofía de Moscú, y así sucesivamente. Cabe preguntarse si esa falta de responsabilidad moral individual podría repetirse hoy entre la intelectualidad cubana.
 
Se impone, pues, preguntarse responsablemente sin dilación: ¿por qué justamente en este singular momento de la historia de nuestro país en que todo nuestro pueblo está pendiente de la convalecencia del Comandante en Jefe se produce esa repentina gloriosa resurrección mediática de Luis Pavón con un generoso despliegue iconográfico de selectas viejas escenas con los más altos dirigentes políticos, y ello tan sólo días después de la no menos repentina reaparición televisiva de Jorge Serguera, quien desde la presidencia del ICRT hizo un perfecto tándem político-cultural con el CNC durante el "quinquenio gris"?
 
"Feliz el hombre aquel que llega a conocer las causas de las cosas."
 
Desiderio Navarro
 

Al cabo de 35 años de Criterios, una aclaración necesaria a instancias pertinentes y algunos amigos locales

Sent: Thursday, September 21, 2006 5:33 AM
Subject: Al cabo de 35 años de Criterios, una aclaración necesaria a instancias pertinentes y algunos amigos locales

Al cabo de 35 años de Criterios, una aclaración necesaria a instancias pertinentes y amigos locales

Estimados compañeros y amigos:
 
Puesto que mis reiteradas cartas y llamadas a las instancias correspondientes no son respondidas en modo alguno desde hace meses, me veo obligado a exponer la  situación presente de Criterios a fin de prevenir cualquier malentendido o manipulación.
 
Como es sabido, desde hace años Criterios no recibe financiamiento estatal para sus ediciones y eventos teórico-culturales (la revista, interrumpida nuevamente desde 1994,  pudo reanudar su existencia en el 2002 sólo gracias a las sucesivas becas que me ha concedido la Fundación Príncipe Claus de Holanda). Desde hace tres meses también se le ha prohibido a Criterios seguir recibiendo para sus ediciones y eventos donaciones de instituciones culturales estatales europeas, que, como es bien sabido, son las únicas que tienen y destinan dinero suficiente para financiar iniciativas culturales en los dominios del pensamiento atendidos por Criterios (al Centro Criterios, sin siquiera sillas, mesas ni estantes para su sala de conferencias y biblioteca desde su apertura hace tres años, se le ha prohibido aceptar un donativo estatal alemán de 5'000 CUC para la compra de éstos en Cuba) [Cf. mi posición al respecto en texto adjunto al final].  Años atrás se me informó que todas las reservas de los números de Criterios hasta el nº 30  "fueron robadas de una vez" del almacén de la Casa de las Américas, y, años después, se me informó que prácticamente casi todos los ejemplares --varios miles-- de los nº 31 y 32 y las antologías de Pavis e Intertextualité "habían sido destruidos, tiempo atrás, por una inundación" en el almacén de la UNEAC, en 17 y H. Más allá del prolongado silenciamiento mediático de sus ediciones y actividades, de la no concesión de un ISBN, y de muchos otros obstáculos, exclusiones y humillaciones, también se le podría prohibir ahora a Criterios su ya reducida actividad de autofinanciamiento, y, para concluir la estrangulación económica, ya sólo quedaría prohibirme seguir manteniendo a Criterios con mis solas becas, premios e ingresos, con los que se han venido pagando, en su totalidad, desde las costosas fuentes bibliográficas de la revista y la colección de antologías durante 35 años hasta los sucesivos equipos electrónicos con que se hacen desde 1991, del mismo modo que sólo el  financiamiento otorgado por ministerios de Cultura y Relaciones Exteriores, academias de ciencia, uniones de escritores, organismos internacionales, fundaciones y universidades siempre de otros países me ha venido permitiendo --desde que en 1976 se dejó de negarme el permiso de salida del país para cumplimentar invitaciones-- adquirir, con unas sesenta estancias y becas en el extranjero, los conocimientos y recursos en las múltiples disciplinas e idiomas que son imprescindibles para hacer que Criterios sea lo que es.
Quiero que quede claro de una vez por todas: descuidando mi propia obra investigativa y crítica, así como las condiciones de existencia cotidiana mías y de mi familia, he dedicado más de 35 años de vida a abrirles horizontes del pensamiento teórico mundial a mis compatriotas, porque, en mi concepción del socialismo, creo que tienen derecho a conocer por lo menos lo mejor, lo más importante o lo más influyente de lo que pasa en el pensamiento cultural más allá de las costas de nuestra isla;  derecho a ser revolucionarios o socialistas o marxistas no por ignorancia, por forzoso desconocimiento de todo lo demás, sino, como yo, justamente por el máximo conocimiento posible de lo que ocurre en el pensamiento en escala mundial.
Sólo cubanólogos ingenuos o complacientes han planteado que en los 70 el problema eran los homosexuales, los vanguardistas, los "extranjerizantes", los negros supuestamente revanchistas, los religiosos, etc., percibidos como fenómenos contrarios al comunismo. La cuestión era el pensamiento de algunos de ellos,  si  no era el Único y era crítico, aunque no fuera anticomunista, e incluso aunque fuera comunista, como era mi caso.  Por eso, dadas las variables correlaciones de fuerza posteriores, los 70 han terminado para muchos, pero nunca del todo para CriterioS y Desiderio, como demuestra más de un bien intencionado gesto de rectificación --como, por ejemplo, la sede para Criterios-- neutralizado, paralizado,  truncado o incluso revertido. Pero la cultura es lo que queda cuando los Pavones pasan. Ser Pavón o Quesada u Osvaldo Navarro no era una identidad personal, sino una función político-cultural, una función cumplible ayer y hoy bajo otros nombres por muchas personas, a distintos niveles y de muchas maneras. Como bien describió Maiakovski en su poesía a ese personaje ya en la naciente URSS postleniniana: "--Usted y yo, / dice él, / no tenemos por qué pensar, / si piensan los líderes.--", y su función es lograr, garantizar, que así sea. A los nuevos y viejos Pavones de hoy --animados por una situación internacional que creen que los favorece nuevamente también a ellos y les desata las manos, y, al propio tiempo, preparados para reciclarse postcomunistamente como sus homólogos cancerberos de la nomenklatura euroriental-- sólo puedo decirles que, con lo que me quede de vida,  con Centro o sin Centro, Criterios es y será,  en papel o en kylobytes circulantes de mano en mano, copiados de aquí, allá o acullá, una ventana abierta al pensamiento cultural mundial para todos mis compatriotas.
 
 
Desiderio Navarro
Criterios
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*    Sobre culturas, Estados, naciones y donaciones
 
Con gran placer pude ver en la TV Cubana tomas del acto en que el Co. Abel Prieto, Ministro de Cultura, junto a Yousef Mamad Al-Darwish, vicepresidente del Consejo Nacional para la Cultura, Arte y Patrimonio de Qatar, inauguró una jornada de la cultura qatarí en Cuba. Es conocido cuánto he insistido en Criterios y en eventos nacionales en favor de la divulgación local de, entre otras culturas no euro-norteamericanas,  la cultura árabe tradicional y moderna, desde la popular música rai magrebí hasta profundos pensadores sociales como los que empecé a publicar en Criterios 33, predicando con el ejemplo. Pero, más aún que esa pequeña contribución a la neutralización del yanquicentrismo de tantos programadores mediáticos y turísticos cubanos, me agradó ver cómo se supo distinguir claramente entre la cultura qatarí y el gobierno de Qatar, que, junto a los de Israel y Arabia Saudita, es el principal aliado y lacayo de Bush en el Medio Oriente, y que, desarrollando su llamado "Diálogo Estratégico" con Washington, accedió a que, desde el Comando Central de Estados Unidos en la propia capital Doha y las bases yanquis de Al Udeid, Umm Said, Camp As Sayliyah, Camp Snoopy, Falcon-78 y Al-Salnah en territorio qatarí, la Fuerza Áerea y tropas yanquis pudieran bombardear y ocupar criminalmente Afganistán e Iraq, como vienen haciendo hasta la fecha..
 
En efecto, ni la cultura qatarí o la española o la alemana, ni los fondos estatales qataríes, españoles o alemanes para su promoción en el extranjero, pertenecieron  ni pertenecen al emir Al-Thani, al PP ayer, a la Sra. Merkel hoy, o a cualquier otra persona o partido de turno en el gobierno, sino, en principio, al pueblo y nación qataríes, españoles o alemanes, y la tarea de promover la cultura nacional en el extranjero es una tarea que tal o cual persona o partido(s) gobernante(s) tiene que asumir como una responsabilidad más de gobierno ante la nación, una tarea que esa persona o partido puede realizar bien o mal, o sea, en mayor o menor medida en función de estrechos intereses personales o partidistas y en detrimento de los valores culturales nacionales. Otra actitud significaría reconocer simbólicamente, por ejemplo, al PP ayer o al PSOE hoy como EL legítimo heredero y custodio de la cultura española --en otras palabras, regalarle toda la cultura española, algo que la mayor parte de los propios españoles no harían. Por eso no se deben confundir en bloque las instituciones culturales estatales de la nación con tanques pensantes del partido gobernante de turno, por más que ese partido quiera convertir las primeras en tales tanques. Porque --y este es otro aspecto del problema-- las instituciones culturales estatales en los países europeos y otros no-europeos no necesariamente coinciden con la política cultural trazada a nivel central: a menudo  hay divergencias y choques no sólo entre instituciones culturales y el nivel central de ministerios de cultura, sino que también las hay, por arriba, entre ministerios de cultura y presidentes o primeros ministros o gabinetes,  y, por abajo, entre departamentos de instituciones culturales y  el nivel central de éstas; y a menudo en el gobierno no hay un solo partido, sino coaliciones de varios con divergencias político-culturales, y con frecuencia dentro de un partido no hay una sola línea, sino varias fracciones o alas con posiciones de extremos y centro. Lamentablemente, al juzgar cuestiones de política cultural extranjera, algunos compañeros cubanos --a veces por limitaciones culturales en su conocimiento del mundo exterior-- proyectan erróneamente sobre la estructura político-administrativa de otros países el carácter monolítico, allí inexistente, del  conjunto de nuestra organización política. Allí el grado de distanciamiento y autonomía de las instituciones culturales estatales a veces es tan alto --sobre todo gracias al capital simbólico y autoridad acumulados con su trabajo y prestigio en la historia-- que, en caso de divergencias, el Estado lo único que puede hacer es tratar de obstaculizar indirectamente el trabajo de esa institución y tomar represalias --por ejemplo, reduciendo el presupuesto de ésta.
 
Lamentablemente, algunos compañeros --a veces también por limitaciones culturales análogas--  ven intenciones subversivas políticas tras toda entrega de fondos extranjeros para iniciativas culturales. No saben o no pueden creer que un Estado puede dar ayuda económica a la cultura de otro sin pretender obtener cambios políticos en el país que lo recibe. No saben, o no quieren saber, que, por ejemplo, el gobierno alemán invierte decenas, cientos de veces más fondos en promover la divulgación de la cultura alemana en Francia o en Estados Unidos que en Cuba, y eso no quiere decir que esté haciendo un esfuerzo diez, cien veces mayor por derrocar al gobierno de Francia o Estados Unidos. Quiere decir que le importa mantener la presencia y prestigio de la cultura alemana en esos países. Porque ésa es una tarea cultural estatal que en los tiempos modernos todo gobierno tiene que asumir ante la nación.
 
¿Quiere eso decir que no existe la ayuda con segundas --o primeras-- intenciones políticas? No sólo existe, sino que es utilizada con frecuencia por algunos países en ciertas situaciones. Pero se la reconoce fácilmente, porque es una ayuda de contenido dictado o condicionado: "le damos este dinero para que publique este determinado texto o autor o sobre este determinado tema o con esta determinada orientación política, o para que publique textos o autores de nuestro país si cumple la condición de incluir, o excluir, este determinado texto o autor o tema."
 
Como es sabido, en el 2000 recibí una beca de la Fundación del Príncipe Claus de Holanda para continuar Criterios con la edición de los números 33 y 34. Entre los más de 350 trabajos traducidos ya publicados por Criterios, en ese momento había de autores de más de 20 países, pero ni uno solo de un teórico holandés, a pesar de que Holanda tiene figuras de fama mundial como Mieke Bal, Saskia Sassen, Teun Van Dijk y Jan Neederven Pieterse. Sin embargo, la Fundación del Príncipe Claus ni me exigió, ni me sugirió la publicación de ningún autor holandés, ni de ningún determinado autor en absoluto. Y en los números 33 y 34 financiados por ella no incluí ningún autor holandés. Y, a pesar de eso y a pesar de que ambos números, más que cualquier otro anterior, rebosan de textos y autores de izquierda --de Jameson a Cornel West, de Bourdieu a Wang Fengzhen--, a fines del pasado año me concedieron nuevamente una beca para continuar Criterios por dos números, y nuevamente no me pusieron condición alguna relativa al contenido de los números.
 
En lo que es ya algo anecdótico en casi medio siglo de vida cultural cubana revolucionaria, al cabo de tres años de cuasi-existencia, el Centro Teórico-Cultural Criterios no ha recibido ni una silla para sus oficinas y salas de conferencias ni un estante para su biblioteca. ¿Por qué no podría aceptar el financiamiento que el Instituto Goethe me ofrece exclusivamente para dotarme de sillas, mesas y estantes? ¿Qué efectos políticos nocivos ejercerían esos muebles sobre públicos oyentes y lectores? E pasado año fui invitado a la sede del Instituto Goethe en Munich; como siempre hago en el extranjero, expuse la necesidad de recibir información teórica actual y la imposibilidad de pagar los altísimos precios de libros y revistas académicos hoy en día, entre ellos los alemanes. ¿Cuál fue la respuesta? ¿"--Nosotros vamos a escoger y le vamos a enviar"? No: "--Por favor, haga usted la lista de libros y revistas que usted necesita y envíenosla."
 
Espero que, al igual que en el caso de la cultura qatarí y el actual gobierno de Qatar, también se sepa distinguir entre la cultura polaca y su actual gobierno, y entre éste y el Instituto del Libro de Polonia; entre la cultura alemana y su actual gobierno, y entre éste y el Instituto Goethe; entre el gobierno holandés y la Fundación del Príncipe Claus para la Cultura y el Desarrollo, y así sucesivamente en el futuro de Criterios, cuya antología de textos finlandeses de estética ecológica, por ejemplo, requerirá de la ayuda financiera de instituciones estatales finesas.
 
No parece de buena fe la afirmación de que no hay por qué preocuparse pues no se prohíbe la aceptación de ayuda de instituciones y asociaciones privadas europeas. Y es que cualquiera sabe que en buena parte de Europa --sobre todo la central y oriental-- el mecenazgo del sector privado, si apenas da para la creación intelectual local, mucho menos da para la promoción de esa creación en un pequeño país del llamado Tercer Mundo, y que, lamentablemente, donde ese mecenazgo privado es más fuerte, se interesa por lo espectacular que tiene recepción masiva o por lo que tiene un aura charmante de nobleza elitista, pero no por el austero pensamiento teórico (por ejemplo, en tres años el co. Omar González no ha podido conseguir de la generosa ArciNova una sola lira para financiar la tan necesaria antología del pensamiento italiano actual sobre el cine, con la  que Criterios en colaboración con el ICAIC continuaría aquellas valiosas publicaciones de Baldelli, Barbaro et al. que hizo el co. Alfredo Guevara en los 60).
 
Sigo considerando --como formulé tiempo atrás en la reunión del Museo de Bellas Artes con el Co. Pérez Roque-- que, si alguna institución cultural estatal europea hace caso omiso de la política de su gobierno y abre un boquete en el bloqueo, nuestra tarea como intelectuales cubanos no es convertirnos en los diligentes albañiles del autobloqueo, sino, todo lo contrario, demostrarle al mundo que nosotros sí somos capaces de separar los auténticos valores culturales de las variables coyunturas políticas cotidianas, que nosotros no tomamos a la cultura como rehén en los conflictos políticos, y que no confundimos las culturas nacionales, las instituciones culturales estatales y los partidos gobernantes de turno.
 
Todos los países de América Latina necesitan publicaciones teóricas con las características de las ediciones de Criterios, pero, por más de una razón, Cuba mucho más que ningún otro. Al cabo de 35 años de lucha solitaria por la existencia de Criterios en Cuba, espero que para todo el mundo resulte claro que si trasladara la labor editorial de Criterios a otro país es porque habría sido obligado a ello y no por los ahora socorridos motivos económicos personales o por desinterés respecto a la situación de aislamiento e indigencia informacionales que padece la mayoría de mis compatriotas en las múltiples  esferas del pensamiento teórico sobre la literatura, las artes y la cultura.