martes, 6 de marzo de 2007

23 ene 07

  A debate
   Según imagen

   A propósito de la declaración del secretariado de la UNEAC.
   Jorge Luis Arcos, Madrid
   martes 23 de enero de 2007

   Escribo  los  comentarios  que  siguen  (y cito ahora a Eliseo
   Diego) "con la melancolía de quien redacta un documento".

   Sorprendido por un lenguaje "años 70", propio del mismo Pavón,
   he leído la reciente declaración del secretariado de la UNEAC.
   Como  yo  asistí  durante  diez años a muchas reuniones de ese
   secretariado  --pues  en la cotidianeidad se convierte en otro
   "ampliado",  para que puedan asistir diferentes personas según
   los  asuntos  a  tratar o sus responsabilidades en la UNEAC--,
   conozco  más  o  menos, luego de casi tres años de ausencia, a
   sus  miembros  y asistentes asiduos. Pero la población cubana,
   no. Tengo que reconocer que muchas de las discusiones que allí
   se producen no tienen nada que ver con el lenguaje retórico de
   la mencionada declaración.

   Asimismo --y esto es acaso lo más importante de todo lo que ha
   sucedido--,  en innumerables correos electrónicos y en algunas
   publicaciones fuera de Cuba se ha vivido, con una comprensible
   pasión,   todo  este  fenómeno  reciente,  ante  el  cual  los
   intelectuales  cubanos  de  dentro  y  de fuera de la Isla han
   expresado  sus necesaria y saludablemente diferentes puntos de
   vista,  claro que en una forma muy distinta, tanto en la forma
   como  en el contenido --como se suele decir--, al documento en
   cuestión.

   Pero,  además, aparte de estas apasionadas disputas o diversos
   reclamos  o  conmovedores  testimonios, algo muy profundo debe
   haber  ocurrido  allí,  en  lo invisible, quiero decir, en las
   mentes  de  tantas  personas que han sido afectadas ya no sólo
   por  el  pavonato (¿quinquenio, década, etapa, época oscura?),
   sino  en  muchas otras circunstancias y otros tiempos, algunos
   muy recientes. Sin embargo, según esa declaración de la UNEAC,
   tal parece que la cuestión ya ha sido zanjada. A olvidar, como
   dice un bolero, de nuevo, y rápido, que --como parece decir en
   el  fondo  un  coro  griego  a  lo  Piñera--  el Partido es...
   ¿inmortal?

   Tengo que reconocer que la sola publicación de ese texto en el
   periódico  Granma  es algo poco frecuente. Pero parece que era
   tal  la magnitud del descontento que resultaba casi inevitable
   pronunciarse  y  publicarlo  si  se  quería  reparar en alguna
   medida el error cometido, y, para colmo, en una circunstancia,
   por  cierto, tan singular como la que ahora mismo vive nuestro
   país. Pero, ya se sabe, la imagen es siempre lo más importante
   --la imagen para el exterior y para el interior, como se suele
   decir  también.  Y  en  nombre  de  esa  imagen, la verdad, la
   pasión, la memoria, así como las infinitas contradicciones que
   le son inherentes a la vida... son sepultadas. Aunque, valdría
   la pena preguntarse, ¿hasta cuándo?

   En  cuanto  a la publicación de ese pronunciamiento sin firma,
   es una costumbre muy extendida en Cuba elaborar documentos "en
   nombre  de  la  población"  (en realidad, en política, todo se
   hace siempre en nombre de; quiero decir, en nombre de ese ente
   abstracto  que  puede  nombrarse como nuestro pueblo o nuestra
   intelectualidad,  etcétera),  o  convocar  a la firma de otros
   para  así  mostrar  el  apoyo  a  determinadas declaraciones o
   medidas.

   TEMA: La exaltación de ex comisarios políticos
     * [1] A propósito de la declaración de la UNEAC 23/01/2007
     * [2] Según imagen 23/01/2007
     * [3] Indignación intelectual (V) 19/01/2007

   [4] Mostrar más

   ¿Por qué no se recurrió, por ejemplo, a esos mecanismos cuando
   se   "desactivó"   --delicioso  eufemismo,  en  lo  que  somos
   expertos--  a  Antonio  José Ponte de la UNEAC? Pues porque la
   propia  dirección de la UNEAC sabía que no iba a contar con un
   apoyo mayoritario ni siquiera entre sus miembros. Es decir, se
   recurre  a  esos  métodos según convenga. Lo que plantea Wendy
   Guerra  no  deja  de  ser un reto interesante. Pero, aun si se
   hiciera eso que ella pide, movida por un principio democrático
   elemental  y por un respeto a la opinión de la persona, que es
   siempre  individual  y no colectiva, quién puede asegurar que,
   una  vez  que  se  haga,  se  conocerían  realmente  todas las
   opiniones.

   Pero  ese  no  es  ni  siquiera el problema: el problema es la
   falta  de  democracia real. Hace ya tantos años que en Cuba no
   hay  democracia (más de medio siglo) que muy a menudo se puede
   afirmar  con  total naturalidad que la hay... Porque una buena
   parte  de la población ha nacido ya en un país sin democracia.
   En cualquier sociedad democrática se hubieran publicado o dado
   a  conocer  en  diferentes  medios  --e incluso por iniciativa
   individual--  las  opiniones  variadas  de  los  intelectuales
   cubanos  --insisto,  de  todos los intelectuales cubanos-- sin
   pizca de censura.

   En  Cuba, lamentablemente, eso es impensable. Pero, además, ya
   se  sabe la reticencia comprensible a expresar en alta voz las
   verdaderas  opiniones  sobre cualquier asunto. Por un lado, se
   teme  a  las  llamadas  represalias  sutiles,  cuando no a las
   directas.  Por  otro,  como  fue  el  caso  ya  legendario del
   llamamiento  al  cuarto  congreso  del  partido,  se conoce su
   inutilidad. Como advirtió en aquella ocasión un antiguo colega
   de  mi  centro  de  trabajo: no quería desahogarse en público,
   para  luego  comprobar  que  de nada serviría tal desahogo. Y,
   como  se  recordará,  eso  fue exactamente lo que sucedió. Qué
   extraño, ¿no es verdad?

   El  argumento  archiconocido  para  justificar  esa  falta  de
   democracia  es  no  darle  argumentos al enemigo --sólo que el
   precio de no darle argumentos o no hacerle el juego al enemigo
   ha   sido,   qué   curioso,  padecer  una  falta  absoluta  de
   libertad--,  y  el  verdadero:  proyectar  siempre  una  falsa
   impresión  de  unidad  o  de  ridícula  unanimidad. Y otro más
   oscuro:  ejercer un control absoluto sobre un público cautivo,
   lo  cual,  por  cierto,  es típico de todas las dictaduras, ya
   sean zurdas, de derecha o ambidiestras.

   Pero  ¿alguien  se  ha  sorprendido  de  veras  con esa inocua
   declaración  de  la UNEAC? Creo que era previsible en esencia.
   Lo  que  no  era  tan  previsible  es el tono manido, lleno de
   lugares  comunes,  no  propio realmente de la inteligencia que
   sobra  en la UNEAC. Como dice Fefé, ¿a qué viene ese cuento de
   los  "anexionistas",  sino a la más pura retórica de las mesas
   redondas  y  de  la  llamada  batalla de ideas --agregaría yo?
   Descalificar  siempre  al  adversario o a cualquiera que tenga
   una  opinión  diferente  ha  sido,  como se sabe, una práctica
   permanente.

   Mas  todos estos argumentos los expreso, lo confieso, desde un
   hastío  o  un  tedio  infinitos.  Siempre  queda como un sabor
   amargo,  como  si uno viviera una infinita posposición..., ay,
   cuando  la vida es una sola y tan breve... Luego de casi medio
   siglo  de práctica autoritaria y antidemocrática, es decir, de
   representación  teatral  ¿qué se puede esperar en realidad? El
   sabor  más  amargo  se  tiene  --al  menos  ese  es  mi caso y
   comprendo  que  en  otros  no  sea así-- cuando al final de la
   declaración  se  mencionan jubilosamente a los dos principales
   responsables  ya  no  sólo  del  pavonato  sino de la triste y
   compleja  historia  --con  zonas  luminosas  también ¿qué duda
   cabe?-- de la llamada política cultural de la revolución. Pero
   eso era acaso lo más previsible. ¿O no?

   Como  siempre,  el  pueblo  de Cuba es el verdadero ausente de
   todas  estas  representaciones.  Un pueblo que no merece, para
   sus  gobernantes,  ya  no  conocer  las  opiniones  críticas o
   testimonios       de      los      intelectuales      llamados
   contrarrevolucionarios,      "enemigos"      o     fantasmales
   "anexionistas",  etcétera  --"¡Que  se vaya la escoria, que se
   vayan  los  homosexuales!",  ¿no recuerdan el periódico Granma
   del año ochenta, por cierto, ya sin Pavón?--, sino ni siquiera
   los  juicios  críticos  y  testimonios  --ah,  la memoria, qué
   peligro-- de los considerados revolucionarios.

   Quisiera  equivocarme,  pero,  en  fin,  tristemente,  en esta
   ocasión,  visiblemente  o según imagen (diría Lezama), como en
   tantas  otras,  "no hay nada nuevo bajo el sol". De manera que
   no  se  preocupen,  amigos y colegas intelectuales cubanos, de
   adentro  y  de afuera de Cuba, pueden dormir tranquilos, pues,
   al   menos   por   ahora,   no   pasará   absolutamente   nada
   --visiblemente, quiero decir.
   [1.]
http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro-en-la-red/cult
   ura/articulos/a-proposito-de-la-declaracion-de-la-uneac
   [2.]
http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro-en-la-red/cult
   ura/articulos/segun-imagen
   [3.]
http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro-en-la-red/cult
   ura/articulos/indignacion-intelectual-v
   [4.]
http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro-en-la-red/cult
   ura/tema-la-exaltacion-de-ex-comisarios-politicos

   Dirección URL:
  
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