martes, 6 de marzo de 2007

23 ene 07

A propósito de la declaración de la UNEAC

Mensaje abierto al Secretariado de la UNEAC

De Loly Estévez

Respetados colegas:

Correo electrónico mediante he podido conocer en parte el intercambio de criterios suscitado por la aparición en la TV Cubana de un programa Impronta dedicado a Luis Pavón y la de Jorge Serguera como entrevistado en La Diferencia.

Desconozco el contenido de los mismos ya que actualmente estoy en España invitada por el Ateneo "Jovellanos" de Gijón. Confieso mi asombro cuando en algunos de los mensajes que he recibido vi equiparar a los mencionados "sucesos" la aparición de Quesada en Diálogo Abierto hace varios meses. A dos personas amigas que me preguntaron sobre el asunto les aclaré que se trató de un programa dedicado a evaluar los cinco años de trabajo del espacio y que en él se incluyó una opinión grabada previamente a Quesada en su condición de asesor de la Dirección de Programación de la TV Cubana encargado de Diálogo Abierto y otros programas.

El hecho de que se vinculara la aparición de Quesada varios meses atrás para referirse a un asunto puntual y técnico, con la inclusión de Luis Pavón en un espacio dedicado a personas con una obra intelectual aceptada como capaz de marcar una impronta y con la presencia y declaraciones de Jorge Serguera en La Diferencia no me extrañó demasiado: que lance la primera piedra el que alguna vez no se haya dejado conducir, como Vicente, por donde dice la gente.

Lo que sí me sorprende y motiva a escribir estas líneas es que el Secretariado de la UNEAC suscriba una Declaración donde admite compartir "la justa indignación de un grupo" ante tres programas de la TV y mencione en primer lugar a Diálogo Abierto que, automáticamente, queda implicado en "expresar una tendencia ajena a la política cultural que ha garantizado y garantiza nuestra unidad"; en la valoración de la Presidencia del ICRT de "que en su gestación y realización se habían cometido graves errores" y en "las torpezas" que pueden ser aprovechadas para dañar a la Revolución.

Yo me pregunto si se tomaron el trabajo de revisar el Diálogo Abierto que tan "generosamente" califican. Antes de opinar —y de publicar la opinión— hay que investigar.

Como directora y fundadora de Diálogo Abierto afirmo que durante seis años hemos salido al aire respetando a la cultura cubana y a sus protagonistas. Alimenta nuestro día a día no el Premio en su categoría recibido por el programa en el Primer Festival Nacional de la TV Cubana con el tema "¿Dónde está la novísima trova?", ni el Premio Especial concedido por la crítica en el Segundo Festival (2006) por el espacio dedicado a "La crítica cultural en los medios"; nuestro difícil bregar por la compleja tarea de hacer televisión en Cuba respira gracias a los televidentes que nos respetan y a las personalidades que acuden por sus medios y afán de colaboración a nuestro estudio para darnos el prestigio de su presencia y su verbo. Allí han estado Premios Nacionales de diferentes especialidades, expertos de sobrada categoría, funcionarios de la cultura y los medios de difusión, figuras consagradas e intelectuales y artistas que serán protagonistas del futuro. Declaro que soy feliz por haber estado durante 27 minutos de mi vida junto a personas que con su existencia y su obra garantizan cultura y unidad.

No he mencionado nombres para no incurrir en olvidos, pero sugiero que los oficialmente encargados de "valorar" y "declarar" y los que ejerzan su derecho a opinar pidan criterios acerca de Diálogo Abierto a personas como Reynaldo González y Miguel Barnet (ellos sí han sido invitados al programa), quienes lograron convertir en obra de impronta valedera el tiempo de pesar que les causó una etapa que se simboliza ahora en Luis Pavón.

Sugiero que no mezclemos lo que —como el aceite y el vinagre— terminará donde le corresponda según las leyes naturales y sociales.

Sugiero que no se afirme que la indignación es de "un grupo", sino que se recuerde a Hemingway y a su punta de iceberg.

Sugiero que al ciclo de conferencias programado por el singular y atinado Desiderio Navarro se una la voz de la doctora Isabel Monal, quien junto a Fernando Martínez Heredia (y a otros marxistas a prueba de mediocres, oportunistas y superficiales) podrían recordarnos cuánto costó al llamado "socialismo real" ignorar los conceptos de Antonio Gramsci; o el tiempo que dedicó Lenin al debate cultural con el poeta Mayakovski; o la realización artística en el París de las Vanguardias y no en el Moscú de la Revolución de Octubre de los talentos apartados por la ignorancia e irresponsabilidad en cuanto a política cultural de los que sucedieron a Lenin en la entonces asediada y admirada Unión Soviética.

Sugiero, sobre todo, que no se pretenda poner punto final a un debate necesario.

De la discusión nace la luz: eso me enseñó mi madre, una señora educada en un hogar asturiano entre los prejuicios de la primera mitad del siglo XX, que fue maestra voluntaria, fundadora de los CDR y la FMC y que decidió casarse con un emigrante gallego, conocido en Morón por su militancia sindical y comunista ya en los tiempos en que Machado asesinó al líder obrero Enrique Varona.

Gracias a quienes me hayan leído hasta el final. Y a quienes sigan opinando.

Nos vemos pronto.

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De Desiderio Navarro

Estimada Loly:

Te adjunto la carta que, en respuesta a una que me envió Zenaida Romeu, hice llegar también a los miembros del Secretariado de la UNEAC y a otros amigos participantes del (de los) debate(s) suscitados por las tres repentinas reapariciones, en un corto período de tiempo, de esos tres nefastos personajes de la política cultural cubana en los tres programas, con la exclusión de toda mención a los años de Pavón como Presidente del CNC en un programa sobre su "impronta cultural".

Como verás, allí hablo de numerosas objeciones de mi parte (que compartió Arturo Arango) a la redacción del documento. Tuve la posibilidad de exponerlas de inmediato en otra reunión con el Secretariado, y puedo decirte que entre ellas se hallaron algunas de las que figuran también en tu Mensaje Abierto al Secretariado de la UNEAC:

—no se trata de un "grupo" de intelectuales que protestan: su carácter relativamente masivo y su falta de articulación por lazos de amistad, generación, orientación estética, etc. no permite que se hable de ellos como un "grupo", sino a lo sumo como "un gran número de" intelectuales; yo agregué que no se trataba sólo de algunos de "nuestros más importantes" intelectuales, sino también de muchos otros igualmente o menos importantes que de inmediato fueron sumando sus voces y razones;

—que la falta de toda mención de la verdadera causa concreta de la indignación intelectual, o sea, la repentina reaparición de esos tres nefastos personajes de la política cultural cubana, al cabo de 30 años, en tres programas televisivos tan cercanos en el tiempo, haría que la gente, los millones de la calle se preguntaran qué de tan malo había pasado en esos programas: ¿un intento de otra boda en vivo?, ¿una indecencia sexual?, ¿corrupción, soborno?, ¿un comentario o chiste contrarrevolucionario? y así sucesivamente otras tantas preguntas sobre posibles atentados contra la irreversible política cultural de la Revolución, dejando así en la sombra la figura de esos personajes y el significado político concreto de lo ocurrido y colocando bajo un exclusivo spotlight, sin distinciones, a los equipos de los tres programas que, en conjunto o no, pudieron haber sido cómplices con vínculos externos, o meros cumplidores de indicaciones provenientes de niveles superiores (lo que la gente se inclina a creer en tu caso), o torpes ignorantes con iniciativa e ingenuidad (lo cual casi nadie cree en el caso de Impronta y de La diferencia).

 
Lo que sí no pude dejar de decirle personalmente al Presidente del ICRT es que no creo en el descontrol como explicación de los tres incidentes, pues tengo más de una experiencia personal para saberlo: como recordarás, cuando me invitaste amablemente a participar en el programa Diálogo abierto en una discusión sobre la cultura masiva —tema sobre el que tanto he escrito y hablado—, se te puso como condición que yo no participara en el programa en vivo, sino que mi intervención fuera grabada tres días antes para que fuera revisada, eventualmente aprobada por instancias de dirección y sólo después yuxtapuesta mecánicamente al diálogo en vivo de los otros tres participantes (Julio García Espinosa, entre ellos), a lo cual, por supuesto, me negué, indignado. Control es lo que se sobra en el ICRT para todo lo que no sea racismo, homofobia, burla de los defectos físicos de las personas, culto yanquifílico de Oscares, Grammys, MTV, etc. como instancias supremas de valoración artística mundial; nostalgia del kitsch prerrevolucionario, culto del abolengo y los linajes artísticos, ideología New Age en sus diversas manifestaciones, culto de los millones ganados en contratos, taquillas o subastas, y de la fama mediática, como criterios de éxito artístico; defensa militante de la banalidad desde el relativismo y el consumismo neoliberales, y muchos etcéteras.

Pero, tal como en los 70 estar en el CNC no significaba compartir su política cultural (yo mismo trabajé en él entre cesantía y cesantía), sé que tampoco estar hoy en el ICRT es aprobar toda esa política o, si se prefiere el eufemismo, ese descontrol.

Recibe mis saludos cordiales y mis deseos de éxitos en tu estancia gijonense.

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De Francis Sánchez e Ileana Álvarez

Secretariado de la UNEAC:

Ahora no sería honrado quedarnos callados. No nos sentimos identificados con el espíritu y la letra de la Declaración que han hecho pública, por su pobreza de miras. Lejos de aclarar, confunde.

La UNEAC es tan responsable como cualquier otro nivel de institucionalidad en la política cultural, su gestión dentro del tramado de esa política es un puntal del que depende en alto grado cómo sintamos sus miembros mayor o menor respaldo. Se ha descuidado la representatividad de las diferencias, necesidades y aportes de los intelectuales cubanos.

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De Jorge Luis Sánchez

Un grupo se reúne adentro, discute y analiza. Otro grupo, mayor, desde afuera, sigue, con más o menos información cibernética, el resultado de lo que aquellos discutieron adentro.

Como en las malas películas americanas de la Tanda del Domingo, pareciera que con la declaración de la UNEAC ya está todo resuelto. Es disimuladamente conclusiva. No me satisface. No me siento representado en ella, a pesar de que no soy miembro de esa organización.

Mientras, la TV, que toda llena de incoherencias censura Fresa y Chocolate, entre otros filmes producidos por la Política Cultural vigente, filme que sí le aportó, no ya a la cultura, sino a la sociedad toda, haciéndonos menos medievales, nuestra TV sigue con su particular Política Cultural, que en su generalidad, no es más que la aplicación histórica de la no Política Cultural. Recuérdese que lo que no sale en la televisión de este país, sencillamente, no existe. No es.

Mientras, se sigue aplicando sobre la herida (el conflicto), un esparadrapo (la Declaración), que carece de exigir una eficiente solución, por lo que se convierte en un paliativo, o algo así como una respuesta metodológicamente vieja, ineficiente, e insatisfactoria. Pienso que la UNEAC debió exigir. La TV responder. En este caso, la TV respondió por boca de la UNEAC, para uno quedarse definitivamente frustrado, y más confundido.

Entonces se repite la jodida práctica de publicar una Declaración, que de cara al pueblo, está incompleta, destinada a ser interpretada por videntes, pues omite cualquier cantidad de datos y se disuelve en su generalidad.

En Centro Habana me han preguntado qué fue lo que pasó, y me da fatiga resumir lo que ha estado sucediendo todos estos días, todos estos años, todas estas décadas. Paradoja, pues para la mayoría de los cubanos, a los que se les sigue diseñando la existencia para vivirla pendiente del televisor, no saben qué fue lo que pasó en los tres programas televisivos citados por la Declaración.

La serenidad no debería relacionarse con la aplicación de soluciones viejas a problemas viejos, y nuevos. Sintonicé rápidamente que alguien dijera, públicamente, más o menos, que de justificaciones ya está cansada la revolución.

Nunca una torpeza será solucionada con otra torpeza.

A menos que se quiera dar una señal de tranquilidad hacia el exterior, menoscabando el interior. Otra vieja práctica.

Desde que nací los grandes y esenciales debates de la cultura de mi país se siguen postergando, argumentándose una frase conservadora, machacona y desgastada: Este no es el momento.

¿Y cuándo será?

La Declaración pudo haber sido una mejor señal. No basta que escriban que la Política de la Revolución es Irreversible. ¿A qué exigencias apelar cuando esté amenazada esa garantía? ¿A qué figura histórica? ¿A dónde? ¿A una Declaración? ¿A una autocrítica? ¿Ya? …Bue, será porque las penas se agolpan unas a otras, y dijo Sindo que por eso no matan.

¿Seremos eternamente hijos de los contextos? Ingenuo, me dijo alguien, que entre los ochenta y principio de los noventa, dio bastante dolores de cabeza a los artistas… Recordar el filme Alicia en el pueblo de maravillas.

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