viernes 26 de enero de 2007
En estos días he leído varias cartas acerca de la presencia en
la televisión de individuos hasta ahora desconocidos para mí,
como Pavón, Serguera y Quesada. Yo nací en 1977 y en la
versión de historia que recibí nunca apareció ni una
referencia a estas personas. Me enteré bastante tarde de ese
periodo oscuro de la parametración, y la palabra UMAP me
sonaba a alguna sigla más del repertorio interminable. Nadie
se encargó de enviarnos ni una advertencia acerca de la
intolerancia institucional, y mi generación corrió una suerte
no muy distinta a la de los setenta: mi generación y todas las
que le siguieron. Ya no Pavón, ya no Quesada, quizás tenían
otros nombres y trabajaban más a la sombra, o sencillamente ya
no hizo falta seguir poniendo las escabrosas intenciones en
boca de ningún mediocre y la intolerancia pasó a ser la
política del Partido, de Fidel.
Siempre me desconcertó el hecho de que muchos de esos jóvenes
veinteañeros que bajaron a tiros de la Sierra Maestra con los
pelos largos, llenos de collares, lentes oscuros y barbas
prominentes gritando cosas acerca de la igualdad, la libertad,
la tolerancia, se convirtieran en unos represores de carrera.
Me pregunto cómo fue el cambio, ¿nadie se dio cuenta?, ¿no era
esa una traición imperdonable a la confianza que se les había
dado, a todo el apoyo?, ¿no eran ellos unos traidores y por
tanto enemigos de la revolución ? ¿o es que la revolución ya
no era la misma ? No, no lo era.
Cuando vi en el documental Seres Extravagantes, de Manuel
Zayas, el discurso de Fidel donde declara abiertamente la
persecución de todo aquel que no se ajustara a sus parámetros
de "persona normal", de revolucionario, me pregunté cómo era
eso posible. La postura nunca se corrigió, nunca se
revindicaron todas esas vidas hechas polvo por la estupidez,
no pasó nada, ni siquiera se pidió perdón. Y la parametración
siguió aquí entre nosotros, con otro nombre, con otras caras,
con otras excusas, la cultura de la exclusión se perpetuó y se
aceptó. Cuántas cosas nos permite un carnet de la UNEAC o del
MINCULT, del ICAIC o la UPEC, cuántos privilegios que se le
niega al resto de los cubanos. El sistema institucional
certifica o desacredita a placer, sin posibilidad de reclamo,
lo que le conviene y perpetúa la postura de "tú sí", "tú no".
Así que viendo la indignación que los ha llevado a
manifestarse por escrito en contra de aquella injusticia, los
exhorto a pronunciarse en contra de esta otra injusticia, más
actual y vigente, pero esta vez con actos. Los invito a
renunciar a sus estatus como artistas evaluados e
intelectuales, escritores e investigadores asociados; los
invito a entregar sus membresías y renunciar a todas esas
instituciones excluyentes y selectivas que todavía hacen
estragos en nuestra cultura, negando la espontaneidad y
escogiendo lo más políticamente correcto como estandarte de
nuestra identidad cultural para dejar claro, de una vez, que
esos no son derechos exclusivos de los revolucionarios sino de
los seres humanos.
Ismael de Diego
Referencias: [1] TEMA: La exaltación de ex comisarios
políticos
[1.] http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro-en-la-red/cult
ura/tema-la-exaltacion-de-ex-comisarios-politicos
Dirección URL:
http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro-en-la-red/cartas/rec
ibidas/en-estos-dias
En estos días he leído varias cartas acerca de la presencia en
la televisión de individuos hasta ahora desconocidos para mí,
como Pavón, Serguera y Quesada. Yo nací en 1977 y en la
versión de historia que recibí nunca apareció ni una
referencia a estas personas. Me enteré bastante tarde de ese
periodo oscuro de la parametración, y la palabra UMAP me
sonaba a alguna sigla más del repertorio interminable. Nadie
se encargó de enviarnos ni una advertencia acerca de la
intolerancia institucional, y mi generación corrió una suerte
no muy distinta a la de los setenta: mi generación y todas las
que le siguieron. Ya no Pavón, ya no Quesada, quizás tenían
otros nombres y trabajaban más a la sombra, o sencillamente ya
no hizo falta seguir poniendo las escabrosas intenciones en
boca de ningún mediocre y la intolerancia pasó a ser la
política del Partido, de Fidel.
Siempre me desconcertó el hecho de que muchos de esos jóvenes
veinteañeros que bajaron a tiros de la Sierra Maestra con los
pelos largos, llenos de collares, lentes oscuros y barbas
prominentes gritando cosas acerca de la igualdad, la libertad,
la tolerancia, se convirtieran en unos represores de carrera.
Me pregunto cómo fue el cambio, ¿nadie se dio cuenta?, ¿no era
esa una traición imperdonable a la confianza que se les había
dado, a todo el apoyo?, ¿no eran ellos unos traidores y por
tanto enemigos de la revolución ? ¿o es que la revolución ya
no era la misma ? No, no lo era.
Cuando vi en el documental Seres Extravagantes, de Manuel
Zayas, el discurso de Fidel donde declara abiertamente la
persecución de todo aquel que no se ajustara a sus parámetros
de "persona normal", de revolucionario, me pregunté cómo era
eso posible. La postura nunca se corrigió, nunca se
revindicaron todas esas vidas hechas polvo por la estupidez,
no pasó nada, ni siquiera se pidió perdón. Y la parametración
siguió aquí entre nosotros, con otro nombre, con otras caras,
con otras excusas, la cultura de la exclusión se perpetuó y se
aceptó. Cuántas cosas nos permite un carnet de la UNEAC o del
MINCULT, del ICAIC o la UPEC, cuántos privilegios que se le
niega al resto de los cubanos. El sistema institucional
certifica o desacredita a placer, sin posibilidad de reclamo,
lo que le conviene y perpetúa la postura de "tú sí", "tú no".
Así que viendo la indignación que los ha llevado a
manifestarse por escrito en contra de aquella injusticia, los
exhorto a pronunciarse en contra de esta otra injusticia, más
actual y vigente, pero esta vez con actos. Los invito a
renunciar a sus estatus como artistas evaluados e
intelectuales, escritores e investigadores asociados; los
invito a entregar sus membresías y renunciar a todas esas
instituciones excluyentes y selectivas que todavía hacen
estragos en nuestra cultura, negando la espontaneidad y
escogiendo lo más políticamente correcto como estandarte de
nuestra identidad cultural para dejar claro, de una vez, que
esos no son derechos exclusivos de los revolucionarios sino de
los seres humanos.
Ismael de Diego
Referencias: [1] TEMA: La exaltación de ex comisarios
políticos
[1.] http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro-en-la-red/cult
ura/tema-la-exaltacion-de-ex-comisarios-politicos
Dirección URL:
http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro-en-la-red/cartas/rec
ibidas/en-estos-dias
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