martes, 6 de marzo de 2007

26 ene 07

viernes 26 de enero de 2007

    En estos días he leído varias cartas acerca de la presencia en
    la  televisión de individuos hasta ahora desconocidos para mí,
    como  Pavón,  Serguera  y  Quesada.  Yo  nací  en 1977 y en la
    versión   de   historia  que  recibí  nunca  apareció  ni  una
    referencia  a  estas personas. Me enteré bastante tarde de ese
    periodo  oscuro  de  la  parametración,  y  la palabra UMAP me
    sonaba  a  alguna sigla más del repertorio interminable. Nadie
    se  encargó  de  enviarnos  ni  una  advertencia  acerca de la
    intolerancia  institucional, y mi generación corrió una suerte
    no muy distinta a la de los setenta: mi generación y todas las
    que  le  siguieron.  Ya no Pavón, ya no Quesada, quizás tenían
    otros nombres y trabajaban más a la sombra, o sencillamente ya
    no  hizo  falta  seguir poniendo las escabrosas intenciones en
    boca  de  ningún  mediocre  y  la  intolerancia  pasó a ser la
    política del Partido, de Fidel.

    Siempre  me desconcertó el hecho de que muchos de esos jóvenes
    veinteañeros  que bajaron a tiros de la Sierra Maestra con los
    pelos  largos,  llenos  de  collares,  lentes oscuros y barbas
    prominentes gritando cosas acerca de la igualdad, la libertad,
    la  tolerancia, se convirtieran en unos represores de carrera.
    Me pregunto cómo fue el cambio, ¿nadie se dio cuenta?, ¿no era
    esa  una traición imperdonable a la confianza que se les había
    dado,  a  todo  el apoyo?, ¿no eran ellos unos traidores y por
    tanto  enemigos  de la revolución ? ¿o es que la revolución ya
    no era la misma ? No, no lo era.

    Cuando  vi  en  el  documental  Seres Extravagantes, de Manuel
    Zayas,  el  discurso  de  Fidel  donde declara abiertamente la
    persecución  de todo aquel que no se ajustara a sus parámetros
    de  "persona  normal", de revolucionario, me pregunté cómo era
    eso   posible.   La   postura  nunca  se  corrigió,  nunca  se
    revindicaron  todas  esas vidas hechas polvo por la estupidez,
    no  pasó nada, ni siquiera se pidió perdón. Y la parametración
    siguió  aquí entre nosotros, con otro nombre, con otras caras,
    con otras excusas, la cultura de la exclusión se perpetuó y se
    aceptó.  Cuántas cosas nos permite un carnet de la UNEAC o del
    MINCULT,  del  ICAIC  o la UPEC, cuántos privilegios que se le
    niega  al  resto  de  los  cubanos.  El  sistema institucional
    certifica  o desacredita a placer, sin posibilidad de reclamo,
    lo que le conviene y perpetúa la postura de "tú sí", "tú no".

    Así   que   viendo   la  indignación  que  los  ha  llevado  a
    manifestarse  por escrito en contra de aquella injusticia, los
    exhorto  a pronunciarse en contra de esta otra injusticia, más
    actual  y  vigente,  pero  esta  vez  con  actos. Los invito a
    renunciar   a   sus   estatus   como   artistas   evaluados  e
    intelectuales,  escritores  e  investigadores  asociados;  los
    invito  a  entregar  sus  membresías  y renunciar a todas esas
    instituciones  excluyentes  y  selectivas  que  todavía  hacen
    estragos  en  nuestra  cultura,  negando  la  espontaneidad  y
    escogiendo  lo  más  políticamente correcto como estandarte de
    nuestra  identidad  cultural para dejar claro, de una vez, que
    esos no son derechos exclusivos de los revolucionarios sino de
    los seres humanos.

    Ismael de Diego

    Referencias:   [1]   TEMA:  La  exaltación  de  ex  comisarios
    políticos
    [1.]
http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro-en-la-red/cult
    ura/tema-la-exaltacion-de-ex-comisarios-politicos

    Dirección URL:
   
http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro-en-la-red/cartas/rec
    ibidas/en-estos-dias

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